L'altre blog de l'Arare

domingo, diciembre 31, 2006

EL BURGO RANERO - LEÓN

Foto: El Burgo ranero. A mi se me antoja como un paisaje de Van Gogh...

15-04-01
El Burgo Ranero-León
(casi 40 km, ¡en coche!)

Javi (A4) había merendado-cenado con nosotros el día 14, sin decir ni pío. El hombre venía a vernos y pretendía tomarse un café con nosotros. Le sugerí aue cenáramos juntos y se apuntó. No tenía hambre, pobrecito mío, y es que no me extraña. Él suele cenar, según me enteré después, a las mil (léase sobre la 1 de la madrugada) así que se le agradeció el sacrificio de esa doble cena que se tragó en atención a los pobres peregrinos ;)...

Al día siguiente nos fue a buscar en el Audi4 que se salta los semáforos (oh! no, perdón: es que en León, los semáforos adquieren un tono rojo-verdoso que vuelve daltónico a cualquier conductor) pffffffffff :)))
Nos fue a buscar, digo, con su eterna sonrisa de niño malo y nos dejó casi al lado de la catedral. Quedamos en que por la tarde, en cuanto él acabara el trabajo, nos llamaría para tomar un café y para devolvernos al Burgo ranero.

La catedral de León, estilizada, repleta de público en esa mañana de Pascua de Resurrección, nos recibió con sus bellas vidrieras que invitan a la contemplación - sin gente- y a que algún Óscar cualquiera se instale en el órgano para deleitar a las almas viajeras, a golpe de Bach, por ejemplo. Pero no estaba Óscar. Y la gente hablaba y la gente que oía la Misa lo hacía sin esa devoción que parece que debería desprenderse de la gente creyente, que va a misa para recogerse y pensar en ese Dios que les mantiene en pie en sus vidas cotidianas. Pero no. La gente, endomingados unos, con pinta de progres sacados de los años 70 los otros, algunos con sus bermudas y sus cámaras fotográficas al hombro ellos y con sus pantaloncitos cortos, piernas blanquísimo-inmaculadas y rebequita de punto para disimular ellas, practicaban turismo verbenero dentro de la sagrada nave. Ahí me apetecía ver aparecer a ese Jesús de mis ensueños, látigo en mano, para echarlos a todos, incluida yo misma, que me embobaba en la contemplación - una vez más- de lo que de artístico tiene el recinto, importándome un bledo lo que se cocía desde un altar lleno de curas con sus impecables vestiduras pretendidamente sagradas, que parecían sacados de una revista "sacred-fashion", así les lucían los bodys. Con todos mis respetos.

Entre toda la fauna, había un hombre con una túnica blanca y lila que llamó mi atención. Como que fui sorprendida y atrapada por su mirada, con la mejor de mis sonrisas disimuladoras del pitorreo que llevaba dentro, le pregunté amablemente: - Por favor, puede informarme si la Procesión es después de la Misa o si ya la han hecho antes?- El hombre pareció complacido ante mi interés y me dijo que no, que empezaría después de la misa y que él iba a salir en ella. -Muchísimas gracias, es usted muy amable- dije. Y le vi tan convencido que mi pitorreo se tornó en un profundo respeto.

Subida en un banco, ya fuera de la catedral, me dispuse a ver como salía la procesión de Resurrección y con un pasmo absoluto, veo un grupo de lo que en mi pueblo se laman "Manolas" (mujeres vestidas con sus mejores galas pantojeras y con peinteas y mantillas blancas, con unos libros en la mano, parecidos a los "Misalitos Regina" de mi infancia, algunas con rosarios preciosos, con unos tacones de aguja que impresionaban y que me hicieron acordarme de mis pies, metidos en las zapatillas de deporte, con sus puntitos erótico-morados). No hice comentarios, pero por dentro me regocijaba de ver el espectáculo. Los que llevaban los pasos (bonitos por su decadencia) iban más contentos que unas Pascuas - ya les vale, es Domingo de Pascua- y entendí que las Manolas probablemente estaban orgullosísimas de pertenecer a una élite que las "dejaba" asistir con esas galas. Más tarde, Javi me confirmaría que así es. Que sólo pueden salir en la procesión hijas de buena familia, hijas de personajes importantes.

Una vez más me resultó curiosa la combinación "religión-poder-economía-cutrez". Pero siempre, lo juro, con el mayor de los respetos. En realidad, me quedé extasiada - a mi pesar- ante lo que tenía de ceremonia, ante lo que había de devoción popular, turismo aparte. Como que no teníamos nada más que hacer, seguimos el cortejo dando vueltas por las calles cercanas a la catedral. No voy a ocultar que varias veces me quedé mirando a los engalanados soldaditos con sus gorros (que no sé como se llaman) que me recordaron unos gorritos de papel que les puse a mis parvulitos una vez en un disfraz de Carnaval, adornados con plumas (en mis parvulitos las plumas no eran nada más que papel pinocho blanco, recortado a golpe de tijera por deditos inexpertos e infantiles). Mis soldaditos, además, obsequiaban a los boquiabiertos papás, abuelitos y demás parentela con una versión parvulítica del "Soldado de Nápoles", es decir, desfilaron al son de esa cancioncilla zarzuelera. No así los soldados procesionales (no creo que esa palabra exista, pero voy a actuar como Juan Ramón cuando inventaba palabras... o no era él?). Esos estaban buenos, nada más, pero no bailaban (qué pena).Sólo marcaban el paso a ritmo de un Himno a la Alegría interpretado por bandas-de-colegio, algunos incluso con gaita. Lo pasé genial e incluso hablé con Dios: “cómo te lo montas, tío, me encanta!... ¿por qué no me quieres a mí, eh?”

Lo pasé bien. Hacía un calor de demonios y cada vez que miraba a un soldadito me daba mucha penita, por lo que tenía que aguantar (nosotros íbamos tan ricamente con la ropa de abrigo en la mano y luciendo brazos a través de camisetas semi-veraniegas. Ellos, sudaban la gota gorda). Pero estaban tan satisfechos que la pena se transformaba en una admiración de "Mi querida España, esa españa nuestra,esa España..." Lo pasé bien, lo juro.

Y mis pensamientos negativos acerca de si mi pretendida alergia era psicosomática se trocaron en pensamientos festivos, en una ciudad preciosa que había olvidado por completo.

15 d’abril de 2001

El Burgo Ranero- León.

Aquí se’ns ha acabat, altra vegada, el caminar. Els gairebé quaranta quilòmetres, des de El Burgo Ranero fins a León els fem en cotxe. Tenim un amic a León. Un amic que vaig conèixer jo xatejant per la xarxa. El dia 14, quan descobrim que hem de deixar-ho allà perquè els meus peus no suportaran continuar caminant, el truquem. En Javi s’afegeix al nostre berenar - sopar sense dir ni piu. Venia a veure’ns i només es volia prendre un cafè amb nosaltres, però quan ha vist que nosaltres sopàvem, molt d’hora, com sempre, no diu res, s’asseu i menja amb nosaltres . Uns dies més tard sabrem que ell sopa a les dotze o a la una de la matinada i que allò, per ell, només havia estat un berenar. Això si: un berenar força complet!. En Javi es porta molt bé amb nosaltres. El dia 15 ens ve a buscar i ens duu fins a León. Quedem que a la tarda, quan ell acabi la seva feina – ell és forner i els dies de festa també ha de treballar. Només s’ha escapat per anar-nos a buscar i portar-nos fins a la ciutat - ens trucarà i ens tornarà a El Burgo Ranero, on – com que ja hem dormit una nit a l’alberg i, a no ser que estiguis malalt, no pots fer més d’una nit en cap alberg - decidim dormir en un hostal que hi ha just al davant.

La catedral de León, estilitzada, ben plena de públic en aquest matí de Pasqua de Resurrecció, ens rep amb els seus bells vitralls que inviten a la contemplació i a que algun “Óscar” s’instal·li a l’orgue per delectar les ànimes viatgeres, a cop de Bach, per exemple. Però l’Óscar no hi és. I la gent parla i la gent que és a missa ho fa sense aquella devoció que sembla que s’hauria de desprendre de la gent creient, que va a missa per recollir-se i pensar en aquest Déu que els manté dempeus a les seves vides quotidianes. Però no. La gent, endiumenjats els uns, amb aspecte de progres trets dels anys setanta els altres, alguns amb les seves bermudes i les seves cameres fotogràfiques a l’espatlla ells i amb els seus pantalonets curts, cames blanquíssimes immaculades i rebequeta de punt per dissimular elles, practiquen turisme de revetlla dintre la nau sagrada. Aquí em vindria de gust veure aparèixer aquest Jesús dels meus somnis, fuet en mà, per fotre’ls fora tots, inclosa jo mateixa, que m’embadaleixo en la contemplació – una vegada més- d’allò que té d’artístic el recinte, important-me molt poc el que es cova en un altar ple de capellans amb les seves impecables vestidures pretesament sagrades, que semblen tretes d’una revista “sacred fashion”, amb perdó i amb tots els meus respectes, que fins i tot em recorden aquell passi de models que van fer Els Joglars fa molts anys en una de les seves obres, ara no recordo quina. Entre tota aquella “fauna” hi ha un home amb túnica blanca i lila que crida la meva atenció. Com que sóc sorpresa i atrapada per la seva mirada, amb el meu millor somriure i dissimulant, li pregunto amablement:

- Sisplau, em pot informar si la processó és després de la missa o si ja l’han fet abans?
L’home sembla complagut davant el meu interès i em diu que no, que la processó comença després de la missa i que ell també hi participa.
- Moltíssimes gràcies, és molt amable- li dic. I en veure’l tan convençut, tota la meva sornegueria esdevé un respecte profund.

Com que no veig res degut a l’aglomeració de gent, m’enfilo al damunt d’un banc, ja fora de la catedral i em disposo a veure com surt la processó de Resurrecció. Absolutament entusiasmada, veig un grup del que nosaltres en diem “manoles”, dones vestides amb les seves millors gales i amb “peinetas” i mantellines blanques, amb uns llibres a la mà, semblants als “Misalitos Regina” de la meva infància, algunes amb rosaris preciosos, amb uns talons d’agulla que impressionen i que em fan recordar els meus peus, ficats dins les sabatilles d’esport, amb els seus puntets eròtic – morats. No faig cap comentari però m’agradava veure l’espectacle. En Gerard i en Joan Salvador estan tan admirats com jo. En Gerard no pot saber de què va la cosa, és massa jove. Però en Joan Salvador i jo hem viscut gran part de l’època de la dictadura i ho sabem molt bé, de què va tot plegat. De quan Franco anava “bajo palio”... però ens esforcem per fer una abstracció i extreure’n només la part sociològica, la part festiva de la situació. Els que porten els passos (bonics per la seva decadència, per allò que tenen de kitch) van molt contents i jo entenc que aquelles dones es senten molt orgulloses de pertànyer a una èlit que els permet fer-se veure a la processó, mudades com van. En Javi, més tard, em confirma que és així. Que només poden sortir a la processó les filles de bona família, filles de persones importants de la ciutat. Però un temps després, i de resultes d’un intercanvi de correus electrònics, resulta que una d’aquestes noies, una “Manola” que casualment es comunicava amb mi a través d’una llista de distribució, m’ho desmentirà , dient que qualsevol noia de qualsevol status pot anar a la processó. En qualsevol cas a mi tot plegat em sembla força pintoresc i una vegada més em resulta molt curiosa la combinació “religió – poder- economia”. Però sempre, ho puc jurar, amb el més gran dels respectes. En realitat em quedo extasiada – malgrat tot- davant del que té de cerimònia, davant del que hi ha de devoció popular, turistes apart. Com que no tenim res millor per fer anem darrere el seguici donant voltes pels carrers propers a la catedral. No ocultaré que en alguns moments em quedo mirant els engalanats soldats amb les seves gorres que no sé com es diuen, que em recorden unes gorres de paper que vaig posar-los als meus pàrvuls una vegada en una disfressa de Carnaval, adornats amb plomes que no eren res més que paper “pinocho” blanc, retallat a cop de tisora per ditets inexperts i infantils. Els meus soldadets, a més, obsequiaren els bocabadats pares, avis i resta de parentela amb una versió parvulítica del “Soldado de Nápoles”, és a dir, van desfilar al so d’aquesta cançoneta sarsuelera. No així els soldats de la processó. Aquests soldats, els de la processó, estan allò que en diem “bons”, en forma, però no ballen. Només marquen el pas a ritme d’un Himne a l’Alegria interpretat per bandes de col·legi, alguns, acompanyats fins i tot de la gaita! M’ho passo francament bé i fins i tot parlo amb Déu.

- Com t’ho muntes, “tio”, m’encanta! Per què no em vols, a mi, eh?
Déu no em torna resposta.

Ho passem molt bé, tots tres. Fa una calor de mil dimonis i cada vegada que miro un soldat em fa llàstima, pel que ha d’aguantar, pobre. Nosaltres anem vestits amb la roba d’abric a la mà i lluint braços a través de samarretes mig estiuenques, però ells, pobres, suen a base de bé. Estan tan satisfets, però, que la llàstima s’acabava transformant en certa admiració. Em ve a la memòria aquella cançó de la Cecilia: “Mi querida España, esa España nuestra, esa España...”

Els meus pensaments negatius sobre si la meva pretesa al·lèrgia és psicosomàtica s’acaben convertint en pensaments festius, en una ciutat preciosa que tenia completament oblidada. L’endemà tornem cap a casa. Justament ens venen a buscar uns amics nostres: en Joan, el que ens ha fet venir les ganes de fer el camí, amb la Feli, la seva dona, que té família a Palència i estan per allà. Molt amablement, ens venen a buscar a El Burgo Ranero i amb ells fem el viatge de tornada. Ja continuarem a l’octubre!

sábado, diciembre 30, 2006

BLANES - RELIEGOS

Blanes-Reliegos

Casi 900 km en coche, 12 km. caminando.

Salimos de Blanes a las 6 h. de la mañana. Para ello, naturalmente, nos levantamos a las 5 h. Yo estoy muy cansada, pues la noche anterior me he acostado muy tarde.

No puedo dormirme en el coche. Tengo miedo. A mi manera, si permanezco despierta haciendo compañía a JSalvador, que evidentemente, no puede dormir porque conduce, contribuyo a hacerle el viaje no sólo más agradable, sino también más prudente.

No puedo quitarme de la cabeza el accidente y la muerte de Roser, la madre de Joan Salvador. Es algo que planea en mi mente como un pájaro y necesito hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para apartar el pensamiento negativo e intentar pensar en lo que me espera, otra vez kilómetros y kilómetros de camino, tan deseado y tan temido ya.

Llegamos a El Burgo Ranero sobre las 15,30 h. Visitamos el refugio, hablamos con la hospitalera porque íbamos a dejar el coche una semana (en principio) y nos dice que tranquilos, ella nos lo va a vigilar.

Emprendemos la marcha pues, hacia Reliegos. Nos esperan 12 km. llenos de campos en los que el otoño está haciendo su aparición poco a poco y transforma los colores de una manera espectacular. Por el camino, familiar ya, pasan poquísimas personas.

Tengo tanto miedo, tanto, de que me vuelva a ocurrir lo de los pies, que me paso un buen rato sufriendo, pensando que el polvo y las gramíneas van a producirme asma. De pronto me doy cuenta de que aparte de convertirme en hipocondríaca, estoy haciendo a mis propios ojos el ridículo más vil y dejo de pensar en esta gilipollez. Bebo agua, con lo cual se me aclara la garganta y las ideas.

La anécdota - siempre me pasan estas cosas- es que no hay nadie, pero NADIE en el espacio que abarca nuestra vista y decido hacer un pis detrás de unas matas. No había nadie, de verdad. Pero como por arte de magia, aparecen 4 ciclistas a lo lejos y todo apunta a que debo darme prisa o me verán en plena faena! No, que nadie me diga que me invento lo de la ley de Murphy. Es mi aliado para todo lo que hago.

Caminamos los dos en silencio, uno al lado del otro, a ratos cogidos de la mano, a ratos mirándonos, cómplices de nuevo por estas sendas de acabado perfecto, que parece que hayan sido dibujadas exclusivamente para que nosotros las pisemos. Y sin embargo... son sendas centenarias por donde han caminado miles de peregrinos. Nos sentimos protagonistas de nuevo de nuestra propia elección y hacemos comentarios sobre lo que puede ser la felicidad, cuando la meta es tan sencilla como llegar al final del camino.

Ambos evitamos el tema que subyace en nuestras mentes y que ha ensombrecido nuestras vidas de un modo dramático, aunque la muerte sea algo natural, previsible y, como todos sabemos, el final de ese camino que es la vida.

Aguanto pues mis lágrimas y consigo no llorar. Nos concentramos en las aves rapaces que pueblan los campos, únicos acompañantes en casi toda la tarde, exceptuando los ciclistas del pis, claro está!

Llegamos a Reliegos, buscamos el refugio y observamos que en total, vamos a ser 5 personas. Una pareja de australianos que me parecen muy viejos hasta que cruzo unas palabras con ellos y descubro con estupor que igual sólo me pasan 5 años... todo lo más... también hay un chico murciano de unos 35 años que camina solo. Nos saludamos, pero no se crea entre nosotros aquél "feeling" ... no importa.

Es divertido comprobar que en este pueblo son poquísimos vecinos - unos 110 vecinos- unas 250 personas. Vecino=casa, para ellos. Pero claro, en cada casa no vive un solo habitante!

Bueno pues, siendo tan pocos, llevan una marcha que ni os cuento. Mientras cenamos están pasando un video sobre un acto político celebrado en el pueblo hace poco. ¡Si supierais como se peleaban entre ellos! socialistas contra "peperos", pero una cosa triunfal!!! y ¡anda que no estaban contentos de verse en el video! Quiero decir los pocos vecinos que estaban en el bar en aquel momento, claro.

Un dato curioso: una tormenta les había destruido no hace mucho un torreón románico precioso, que ahora es una pura ruína. Parece ser que el alcalde les habló de hacer una colecta entre todos para reconstruirlo y la respuesta de los vecinos fue : - ¿y para qué queremos reconstruirlo? ¡No nos sirve para nada!
en fin...

¡Esa noche a las 21,30 h ya estábamos en la cama!
Sis mesos més tard...

05 d’octubre de 2001

Blanes- Reliegos.

Gairebé nou-cents quilòmetres en cotxe i dotze quilòmetres caminant. Sortim de Blanes a les sis del matí. Per poder sortir a les sis ens llevem a les cinc. Jo estic molt cansada, ja que la nit anterior m’he ficat al llit molt tard i intento adormir-me durant les hores de viatge, però no puc. Tinc por. A la meva manera, si romanc desperta, fent companyia a en Joan Salvador, que, evidentment, no pot dormir perquè està conduint, contribueixo a fer-li el viatge no solament més agradable, sinó també més prudent. Només nosaltres dos. En Gerard ja no tornarà més. Ara si que no pot deixar l’institut.

No em puc treure del cap l’accident de la Roser – la seva mare- fa menys d’un mes, quan va anar a parar sota les rodes d’un camió, morint a l’acte. És un ocell que planeja sobre el meu cap i necessito concentrar-me i fer ús de tota la meva força de voluntat per apartar el pensament negatiu i pensar en la fase del camí que ens espera. Altra vegada, quilòmetres i quilòmetres de camí, tan desitjat i al mateix temps tan temut per mi, en aquests moments.

Arribem a El Burgo Ranero sobre dos quarts de quatre de la tarda. Visitem el refugi, parlem amb l’hospitalera perquè hem de deixar allà el cotxe durant una setmana, que és el temps del que disposem, en principi. Ens tranquil•litza i ens posem en marxa en direcció a Reliegos. Com que sabíem que estaríem cansats del viatge, hem decidit caminar només 12 quilòmetres. Dotze quilòmetres plens de camps on la tardor està fent la seva aparició a poc a poc i va transformant els colors d’una manera espectacular. Pel camí, ja familiar per nosaltres, no hi ha ningú. Tinc tanta por al damunt, tanta por que em torni a passar allò dels peus, que em passo una bona estona patint, pensant que la pols i les gramínies m’acabaran produint asma. De cop m’adono que apart de convertir-me en hipocondríaca, estic fent, als meus propis ulls, el ridícul més vil. Intento apartar aquest pensament. Bec aigua, amb la qual cosa se m’aclareixen la gola i les idees.

L’anècdota divertida d’aquesta etapa és que no hi ha ningú – però allò que se’n diu ningú – en l’espai que abasta la nostra mirada i decideixo fer pipí darrere d’unes mates. No hi havia ningú, de veritat. Però com per art de màgia, quan estic en plena feina, apareixen quatre ciclistes allà a la llunyania i tot apunta a què si no vaig de pressa em veuran! Que ningú no em digui mai que m’invento allò que la llei de Murphy em persegueix!

Caminem tots dos, en silenci, l’un al costat de l’altre, a estones agafats de la mà, a estones mirant-nos amb complicitat, per aquells camins d’acabat perfecte, que sembla que hagin estat dissenyats exclusivament perquè nosaltres els puguem trepitjar. I en canvi... són camins centenaris per on han caminat milers de pelegrins. I ens tornem a sentir protagonistes de la nostra pròpia elecció i fem comentaris sobre allò que pot ser la felicitat, quan la meta és tan senzilla com arribar al final d’un camí.

Tots dos evitem el tema subjacent a les nostres ments i que ha generat una ombra a les nostres vides d’una manera dramàtica, encara que la mort sigui quelcom natural, previsible i, com tots sabem, el final d’aquest altre camí que és la vida. Aguanto, doncs, les llàgrimes que em pugen gola amunt i aconsegueixo no plorar. Ens concentrem en les aus rapaces que poblen els camps, úniques acompanyants de quasi tota la tarda, exceptuant els ciclistes del pipí.

Arribant a Reliegos busquem el refugi i observem que serem cinc persones en total. Una parella d’australians que em semblen molt vells fins que creuem unes paraules amb ells i descobreixo que és possible que només em sobrepassin en cinc anys. també hi ha un noi de Múrcia, que deu tenir uns 35 anys que camina tot sol. Ens saludem però no es crea entre nosaltres – ni tan sols amb els australians- aquell feeling que sol crear-se amb les persones del camí. Què hi farem?
És divertit comprovar que en aquest poble són poquíssims veïns – uns cent deu veïns – unes dues-centes cinquanta persones. Ells, de cada casa en diuen veí, però el que està clar és que no hi ha un sol habitant en cada casa. Doncs, essent tan pocs, porten una marxa que sembla mentida! Mentre sopem, a l’únic bar obert, estan passant un vídeo sobre un acte polític que es va celebrar al poble fa poc. Tan pocs veïns i tan mal avinguts! La meitat, socialistes, l’altra meitat, del partit popular. Al vídeo es barallen com a gats. Verbalment, és clar. Però la gràcia està en què quan estan passant el vídeo al bar, tots junts, fan broma de com es barallen i estan tan contents de sortir a la tele! Curiós. Allà ens assabentem que una tempesta els havia destruït una torre romànica preciosa que ara és una pura ruïna. Sembla ser que l’alcalde els va parlar de fer una col•lecta per reconstruir-la, però la resposta dels veïns va ser que no calia, perquè no els servia per a res, aquella torre.

Aquella nit, a dos quarts de deu ja ens fiquem al llit i jo tinc als meus ulls la bellesa del color d’aquells camps.

viernes, diciembre 29, 2006

RELIEGOS - MANSILLA DE LAS MULAS - LEÓN

6-10-01
Reliegos-Mansilla de las Mulas-León
(24 km)

Salimos a las 7 h. de la mañana y en una hora y media aprox. nos encontramos en Mansilla de las Mulas. Desayunamos en una pastelería y continuamos el camino. El paisaje empieza siendo precioso, pero a medida que nos vamos acercando a León se va volviendo "urbano", lleno de fábricas, descampados feos y llenos de materia urbana de aquella que ninguna ciudad desea tener "dentro" y que se va acumulando en las afueras.

Mis pies empiezan a resentirse del peso de la mochila y eso que esta vez es JSalvador quien lleva el peso más grande. Su mochila pesa 11 kg, mientras que la mía no llega a los 6 kg. Aun a pesar de ello, como digo, los pies empiezan a resentirse.

Llegamos bastante bien al refugio de León. Aquí hay más gente, seguramente peregrinos que la noche pasada han dormido en Mansilla. Nos duchamos y JSalvador masajea mis "puntitos" con alcohol de romero (craso error)... descubrimos con horror que los puntitos "hierven". Nos da por leernos las instrucciones que hay en la misma botella y vemos que el alcohol de romero (supongo que cualquier tipo de alcohol) está absolutamente contraindicado para las afecciones cutáneas, ayssss... Me ducho de nuevo y me aplico una hidratante cualquiera, pero los puntos están ahí, amenazadores, lamadrequelosparió.

Paso de todo, me calzo las zapatillas y nos vamos a ver a Javi, con el que ya habíamos quedado para comer. El muy "impresentable" no se deja invitar, al contrario, nos invita y comemos opíparamente, mientras comentamos cosas de la gente del canal ( creo que no nos dejamos a nadie por "repasar", jisjisjis), nos reímos, arreglamos el mundo de Bush y de Bin Laden e incluso el nuestro propio y confirmamos una vez más la riqueza que representa - si, también en euros ;) - tener amigos como él...

Nos separamos de Javi y paseamos por León. Están celebrando un mercadillo presuntamente medieval: cuatro "payasos" haciendo el ídem y vestidos probablemente en "Menkes" , hacen las delicias de los pequeñajos, caminando en zancos, mientras los mayores se ven inducidos al consumo más vil de cuatro chorradas que no necesitan para nada... ¡menuda excusa el mercadillo medieval - finalmente, la sociedad de consumo está ahí y mira... la tomas o la dejas, a elegir!

Cuando nos cansamos de dar vueltas volvemos al refugio. Lavamos (lavo) los calcetines y aprovecho para escribir un ratillo. Salimos a cenar algo y a la vuelta, la hospitalera, Raquél, nos invita al acto de bendición de peregrinos, que va a tener lugar en la capilla. Yo me apunto, pero JSalvador se queda porque está prácticamente dormido ya.

Bajo sin entusiasmo, pues estoy muy cansada, pero luego me alegro de haber estado allí. Las monjas carbajalas (o carvajalas) se esfuerzan en cantar pero las pobrecillas no dan ni una nota ... jamás había oído la Salve regina tan desentonada, pero no importa. Lo que importa es la intención e incluso yo misma uno mis trinos de pájaro disfónico a los de las esforzadas monjas. Descubro con satisfacción que a medida que voy "cantando" voy recordando la letra. No me falla, pues, la memoria, después de tantos años.

Cuando acaba la bendición, Raquél y Joaquín se acercan al altar y empiezan a hablarnos. Raquél es una mujer muy joven, habla poco, pero lo que dice llega. Joaquín es un hombre más o menos de mi edad, o sea JOVEN (risitas, abstenerse)... padre de familia y que decició hacerse hospitalero voluntario. En este momento está haciendo el camino por cuarta vez (mandan narices, y a él no le salen puntitos en ningún sitio)...

Las reflexiones que nos hacen van encaminadas, naturalmente, a la fe cristiana, pero, como siempre, una descubre en su interior algo latente que la razón invita a desechar, pero que el corazón acaba imponiendo como algo aprendido, cultural, pero que en cualquier caso, puede que no sea desechable del todo y más teniendo en cuenta cómo está nuestro mundo... algo que empuja desde dentro y que te hace apreciar todo lo que tienes en tu entorno y ver la vida como un magnífico regalo que no hay que despreciar...

Estaba yo tan ricamente con mis pensamientos mezclados con las palabras de Raquél y Joaquín, pensando que en 10 minutitos nos íbamos a dormir, pero quiá! en éstas, se oye el timbre de la puerta. ¡El resto de la comunidad! Las monjitas (la mayoría de ellas) habían estado de "juerga" ese día, pues andaban de picos pardos por Sto. Domingo de Silos . Esto es lo que nos comentó la Superiora, mujer joven, puesto que no creo que llegara a los 70 ;)

Total, resumiendo: ocho comunidades femeninas habían pasado el día en Silos, con una comunidad masculina (ejem) y llegaban dando gracias a Dios (ellas sabrían por qué)

Bromas aparte, parece ser que se estaba celebrando el milenario del santo (de Sto. Domingo). Y ahí empezó "el sermón", diosbio, con el sueñecito que yo acarreaba!

Habló la Hermana Portera, habló la hermana Superiora, habló ... hablaron 4 o 5 y el discursito de cada una de ellas duró como 10 minutos, así que me salió la bendición de peregrinos por un par de horas largas, minuto arriba, minuto abajo. Ahí yo ya estaba por irme, pero como que la puerta me pillaba muy lejos, señores, tuve que quedarme hasta el final, so pena de ser considerada una infiel, aparte de grosera. Así que aguanté como una jabata. (Vuelvo a repetir que, bromas aparte, estuvo muy bien).

¡Por fin podía pillar la cama! ¡Por fin podría dormir!.... ¡y una leche!, mi gozo en un pozo, porque las motosierras estaban ya funcionando. Aysss! Claro! Cuando me duermo antes que los roncadores, no hay problema. Pero a ver: ¿alguien ha podido dormirse si los roncadores han empezado ya su trabajo? ¿alguien puede tirar la primera piedra? Ahh, amigos, pues esa fue mi noche, santo sielo! Y encima, el chico murciano - ese con el que no había feeling- se pasó toda la noche chasqueando la lengua a ver si podía parar a las motosierras. Pero no. Todo intento fue vano e inútil.
En fin, de todo tiene que haber en la viña del Señor. Y en aquella viña llamada Refugio de las Carbajalas o Carvajalas (al final tendré que acudir al diccionario o a la guía, pero es que me da pereza) ese día había concierto y estaba escrito que no se podía dormir.... ¡aaaarrrgggg!

Supongo que al final me dormí, porque sólo recuerdo el despertar.
06 d’octubre de 2001
Reliegos – Mansilla de las Mulas – León.
Vint – i – quatre quilòmetres. Sortim a les set del matí i en una hora i mitja aproximadament ens trobem a Mansilla de las Mulas. Esmorzem en una pastisseria i continuem el camí. El paisatge comença sent preciós, però a mesura que ens anem acostant a León es va tornant urbà, ple de fàbriques, camps rasos lletjos i plens de matèria urbana d’aquella que ningú no desitja tenir “dins” la ciutat i que es va acumulant, doncs als afores.

Els meus peus comencen a ressentir-se del pes de la motxilla i això que aquesta vegada és en Joan Salvador qui porta el pes més gran. La seva motxilla pesa onze quilos, mentre la meva no arriba ni als sis. Tot i així, com dic, els meus peus comencen a ressentir-se’n. Arribem força bé al refugi de León. Aquí hi ha més gent, segurament són pelegrins que la nit passada han dormit a Mansilla de las Mulas.

Ens dutxem i en Joan Salvador em fa massatge als puntets dels meus peus, amb alcohol de romaní (error) Descobrim amb espant que els puntets comencen a bullir. Llavors llegim les instruccions de la mateixa ampolla d’alcohol (tanmateix ho podríem haver fet abans) i ens adonem que l’alcohol està totalment contraindicat per a les afeccions cutànies. Em torno a dutxar per contrarestar amb aigua els efectes de l’alcohol. M’aplico una crema hidratant qualsevol, però els puntets continuen allà, amenaçadors. Passo de tot, em calço les sabatilles d’esport i ens n’anem a veure en Javi, l’amic que la vegada anterior ens havia anat a buscar a El Burgo Ranero, amb qui ja havíem quedat.

Ens porta a dinar i ens convida mentre comentem coses dels amics comuns (amics fets tots a través d’internet). Riem, arreglem el món de Bush i de Bin Laden i fins i tot el nostre propi món i confirmem una vegada més la gran riquesa que representa tenir amics així repartits per tot arreu. Ens separem de Javi i passegem per León. Estan celebrant un mercat presumiblement medieval: quatre pallassos fent l’idem i vestits, segurament, a “Menkes”, fan les delícies dels petits, caminant damunt de xanques, mentre els grans es veuen induïts al consum més vil de quatre galindaines que no necessiten per a res. Valenta excusa, el mercat medieval! Finalment, la societat de consum és aquí i mira, t’hi adaptes o ho deixes córrer, a escollir.

Quan ens cansem de fer voltes tornem al refugi. Rento els mitjons i aprofito per escriure una estona. Sortim a sopar i al tornar, l’hospitalera, la Raquel, ens convida a l’acte de benedicció de pelegrins, que es farà a la capella. Jo m’hi apunto, però en Joan Salvador es queda perquè gairebé s’ha adormit mentre sopàvem. Baixo a la capella sense gaire entusiasme, ja que estic molt cansada, però després m’alegro d’haver-hi anat. Les monges “carbajalas” s’esforcen a cantar però - segons el meu criteri- no encerten ni una sola nota. Mai no havia sentit la Salve regina tan desentonada, però m’és igual. El que importa és la intenció i fins i tot jo mateixa m’uneixo, amb refilets d’ocell disfònic als refilets de les monges. Descobreixo amb satisfacció, que a mesura que vaig cantant, si és que a allò li puc dir cantar, vaig recordant la lletra. No em falla, doncs, la memòria, després dels anys que fa que no havia cantat aquesta peça. Potser des que vaig fer magisteri, que la professora de música, la Cateura, ens feia entonar el Gaudeamus igitur i la Salve regina en llatí, però també cantàvem el “Se’n va anar” i “Jo vinc d’un silenci”... records que queden llunyans. Quan acaba la benedicció, la Raquel i en Joaquim s’acosten a l’altar i comencen a parlar-nos. La Raquel és una dona molt jove, parla poc, però el que diu m’arriba. Ell és un home més o menys de la meva edat, pare de família i que va decidir fer-se hospitaler voluntari. En aquest moment està fent el camí per quarta vegada (jo me’n faig creus que a ell no li surtin puntets als peus).

Les reflexions que ens fan van encaminades, naturalment, a la fe cristiana, però com sempre, jo descobreixo al meu interior quelcom latent que la raó convida a desfer-se’n però que potser no és material de rebuig del tot, tenint en compte com està el nostre món. És alguna cosa que empeny des de dins i que et fa apreciar tot allò que tens a l’abast i veure la vida com un magnífic regal que no hem de menysprear. Jo estava tan bé, amb els pensaments barrejats amb les paraules de la Raquel i en Joaquim, pensant que en deu minutets ens n’aniríem a dormir, però que va! De cop se sent el timbre de la porta. Arriba la resta de la comunitat. Les monges, o la majoria d’elles, han estat de gresca, han anat a Santo Domingo de Silos. Això ens comenta la Superiora, una dona d’uns setanta anys. Per resumir: vuit comunitats femenines han passat el dia a Silos, amb una comunitat masculina (ui) i arriben donant gràcies a Déu, elles deuen saber per què. Bromes a part, sembla que s’està celebrant el mil·lenari del Sant. I llavors, en aquell moment, comença el veritable sermó. Déu meu, amb la son que jo tinc! Parla la Germana Portera, la Superiora i quatre o cinc monges més. Cadascuna fa un parlament de deu minuts ben bons, total, que la ditxosa benedicció de pelegrins em surt caríssima (en temps)! Jo vull marxar però es veuria massa, ja que sóc al bell mig de la capella, envoltada de gent per tot arreu i sortir d’allà vol dir fer arraconar-se tota una filera de persones, tan si vull sortir per babord com per estribord! Aguanto com puc, sense badallar gaire, però mirant el rellotge amb impaciència. Finalment, es cansen de xerrar i la vetllada s’acaba! Per fi puc arreplegar el llit! Per fi podré dormir! Si? Llet! Quan arribo a l’habitació, tots els que se n’havien anat a dormir en el “primer torn” ja dormen. I és clar... aquells que ronquen, ronquen sempre, tant si abans hi ha hagut sermó de monges com si no. I això és el que passa. Que em passo la nit fent petar la llengua per veure si aquelles “moto-serres” aturen la ronquera, però no hi ha manera. Estava escrit que el càstig per haver trencat el meu ateisme entrant en aquella capella era passar tota la nit sense dormir per no haver-me pogut adormir abans que els roncadors!

jueves, diciembre 28, 2006

LEÓN - VILLADANGOS DEL PÁRAMO

7-10-01
León-Villadangos del Páramo
(21 km)

Etapa de mucha reflexión, de "viaje hacia adentro", de filosofía barata y de retorno al pasado.
Nada más levantarme me digo: el paisaje desde El Burgo Ranero hasta Reliegos me conmovió, como casi todo lo que llevo caminado hasta ahora. El paisaje que recorrimos ayer desde Mansilla de las Mulas hasta León no me llegó al alma ni a ningún sitio... me voy haciendo esta reflexión mientras me visto, me lavo la cara -siempre con agua fría, o no me despierto- y después del desayuno quedo conmigo misma en que tampoco estuvo tan mal.

Es evidente que el camino no es todo él una preciosidad, como la vida misma no es toda ella una maravilla. Entre maravilla y maravilla hay mucho pedregal y el camino a veces no sólo es duro, sino también feo. Pero la verdad es que con el estómago lleno de café con leche y galletas, es mucho menos duro y mucho menos feo!!!

Salimos de León y pillamos al sol levantándose de la cama. Estamos caminando por un barrio que empieza a despuntar, con muchas casas de nueva construción y mi pensamiento vuela y vuela, recorriendo los años de mi infancia, cuando mi ciudad crecía y crecía, cuando aquellos campos por los que yo corría se iban llenando de casas - algunas de ellas llamadas "casas baratas"- para aquellos inmigrantes que llegaban del sur, porque se necesitaba mano de obra.

Mi pensamiento ya se confunde con la actualidad y pasa de aquellos inmigrantes de los años 60 a los actuales inmigrantes de los países del Este, o los negros que trabajan en los campos, haciendo aquellos trabajos que la gente de aquí desprecia... mi cabeza bulle y de pronto JSalvador me saca de mi ensimismamiento pidiéndome que "pose". Quiere atrapar mi cara de ensoñación junto a la alegría primeriza de ese sol que ya se ha lavado la cara...

Muy pronto llegamos a la Virgen del Camino. Yo esperaba una especie de Santuari de Ntra. Sra. del Vilar y me llevo la tremenda sorpresa de una iglesia de un dudoso estilo que me recuerda mucho más a la Parroquia de San Sebastián - otra vez vuelvo a mi infancia, esta vez a mi adolescencia- parroquia adonde había ido a cantar el "No serem moguts" o "Vull ser lliure", vestida con trapos de colores, melena al viento y la cabeza llena de flores... al mismo tiempo que repartía octavillas que anunciaban reuniones clandestinas, donde el párroco era el más comunista de todos...

Debo reconocer que esta etapa me va llevando a mi mundo interior casi sin darme cuenta. Nos paramos a desayunar por segunda vez, pues no se pueden aguantar tantos km con sólo 4 galletas y un café con leche. En el bar me siento "la reina del mambo", mis pies parece que vuelan... Pero aún quedan horas de caminar entre páramos cargados de gramíneas por todas partes menos por una llamada cielo, ay!

Empezamos a caminar de nuevo y cuando nos quedan sólo 8 km para llegar a Villadangos los pies ya no vuelan, más bien los voy arrastrando detrás de mí. Vuelven los pensamientos negativos, vuelvo a intentar apartarlos de mi mente sin acabar de conseguirlo del todo. Vuelvo a sentirme vulnerable, vuelvo a temer al ridículo ante mí misma (no soy ya la reina del mambo) ante JSalvador (¿le estropearé por tercera vez el camino?)... casi en el último km alcanzamos a una pareja a la que habíamos conocido en el refugio de León: José Antonio y Gaby.

José Antonio lleva un paso mucho más rápido, así que se nos adelanta. Quedamos caminando JSalvador, Gaby y yo. Esta mujer es una dulzura y me cuenta un montón de cosas. Hay feeling. Estupendo. Me transmite algo de energía y sé que llegaré al refugio de Villadangos un poco más animada.

Caigo en la cuenta de que JSalvador tiene los pies hinchados, lleva, como dije, mucho más peso que yo y no se queja. Sigue y sigue caminando, con los ojos llenos de paisaje y el alma llena de recuerdos. Entre Gaby y JSalvador me siento pequeñita, pequeñita, muy poca cosa. Me entra la llorera pero afortunadamente, aguanto hasta el final.

El refugio, como siempre, será "nuestra casa" por unas horas. No es nada acogedor, pero hay agua caliente, estamos solos en una habitación de 6 literas, nos hemos "apropiado" de un par de mantas... en fin, que después de una buena ducha, unos masajes en los pies (que nos hacemos el uno al otro) y bien abrigados, me siento ya mucho más reconfortada. Ahora hay que pensar en ir a comer.
El refugio, como dije, es poco acogedor, aunque es relativamente nuevo. No hay hospitalera. Hoy es la Virgen del Rosario (la Mare de Déu del Roser), la hospitalera se llama Rosario, celebra su santo, además es domingo, deja el refugio abierto y se larga... es normal. Pero a veces la normalidad hace que los peregrinos se sientan solos.

Una de las mejores cosas que suceden en el camino es llegar a un albergue y que el hospitalero o la hospitalera te acoja con una sonrisa. De verdad. Aunque solo sea una sonrisa. Que te pida la credencial, que te apunte en esas libretas escolares tan guays donde quedan registrados todos los que van pasando, que te pregunte de donde eres y que tenga unas palabras amables contigo. Esa es una de las cosas que "quedan" en el recuerdo.

Así, por ejemplo, después de haber pasado por tantos pueblos y tan distintos, en mi memoria quedan nombres como Santiago Zubiri, alcalde de Larrasoaña, Pablo, hospitalero de Nájera, Margarita, hospitalera de Carrión de los Condes, las niñas de Belorado, cuyos nombres no recuerdo pero sí sus caras, María, la brasileña hospitalera de Burgos, la misma Raquél, de León... etc.

Pero en fin, se le puede perdonar a la buena señora Rosario - a la que no vimos nunca- que la pobre pasara el día de su santo en su casa, en compañía de los suyos.

Hoy es - sería- también el santo de Roser. Una espinita clavada, un recuerdo, una lágrima que se escapa, un pensamiento que me sobrecoge "ya no tengo que volver a pensar en qué le regalo"... ya no oiré más su voz agradeciendo -a veces exageradamente- cualquier cosita que le regaláramos, desde una orquídea, a un libro, pasando por un CD de ópera o una buena colonia... "nunca más, nunca más"... "nunca más" y "siempre" no son palabras, son conceptos que anidan en el corazón...

En el refugio nos encontramos con una pareja francesa a la que habíamos visto en León. Concretamente, yo los vi en la iglesia, en la bendición de peregrinos. Él estaba buenísimo- las cosas como son y al César lo que es del César- ella tenía una cara de francesa que no se podía aguantar, pero no era guapa. Ya, ya sé que ser francesa no es sinónimo de ser guapa. Pues eso, exactamente eso. Pre-jubilados. ¡Qué suerte!

Ella se pega una siesta de horas, con lo cual, Jorge (Él) se queda con Gaby y conmigo. Jorge escribe postales, Gaby lee lo que dejan escrito algunos peregrinos en un cuaderno que hay para ello en cada albergue, yo escribo mis pensamientos y mientras, José Antonio le explica a JSalvador su experiencia del pasado verano.

Acabamos, como era de esperar, hablando todos juntos y, como siempre, arreglando los distintos mundos... e interiorizando . Siempre se acaba interiorizando y ahí está la riqueza...

José Antonio, el pasado verano, peregrinó desde Vitoria hasta Roma. Y lo hizo por una causa. Suya. Que nadie más conocía. Que interiorizó. Le preguntamos por la causa: por la paz en Euskadi, nos dice. Por la paz en el mundo, lo haría de nuevo.
Se me escapa otra lágrima - una furtiva lágrima- canta Pavarotti. Es lo que pienso en el momento en que lo cuenta. Y paso de Pavarotti a la famosa aria que interpreta la Callas en "Filadelfia"... "la mamma morta". Y tengo que volver a aguantar mis sentimientos porque los sentimientos, según mandan los cánones sociales, deben guardarse en el interior de uno. No está bien visto que exterioricemos pasiones ni sentimientos. No queda bien.

Gaby-Gabriela se abre conmigo, cuando ya por fin, conseguimos hablar solas las dos. Hemos decidido ir a cenar todos juntos, aunque los franceses se quedan algo apartados. En la tele se ven las primeras imágenes de la guerra. Demasiado para mí, hoy. Llueve. Gabriela y yo nos miramos, JSalvador y José Antonio siguen hablando, esta vez, de navegación.

Gabriela tiene ganas de hablarme. La escucho. Siente curiosidad por nosotros y yo por ellos. Es una mujer de 55 años que aparenta diez menos. Pequeñita, poquita cosa, pero un encanto. Vive con su hijo. José Antonio es su pareja, pero cada cual vive en su casa. Estilo Woody Allen, me río yo. Alucina ella cuando le cuento nuestra historia. -Interesante, muy interesante- me dice. Yo me río. El camino está lleno de personas interesantes. El mundo está lleno de personas interesantes... el mundo está lleno de vida... y lleno de muerte.

Salimos del bar cogidas por la cintura y riéndonos como locas. Hemos conectado. Mañana será otro día, hoy toca volver al refugio sin hospitalera e intentar dormirse aun sabiendo que en alguna parte de nuestro mundo alguien no podrá dormir porque las bombas estallarán muy cerca de su cama...

07 d’octubre de 2001

León – Villadangos del Páramo.

Vint- i – un quilòmetres. Etapa de molta reflexió. Viatge cap endins, de filosofia barata i de retorn al passat.

Només llevar-me em dic: el paisatge de El Burgo Ranero fins a Reliegos em va commoure, com quasi tot el que porto caminat fins ara. El paisatge que vam recórrer ahir des de Mansilla de las Mulas fins a León no em va arribar a l’ànima ni a cap lloc. Mentre em vesteixo em vaig fent aquesta reflexió. Em rento la cara – sempre amb aigua freda, o no sóc capaç de despertar-me – i després de l’esmorzar – amb la panxa plena, doncs- quedo amb mi mateixa que tampoc no va estar tan malament. Potser gràcies a l’esmorzar? Ja ho diuen, que las penas con pan son menos.

És evident que el camí no és tot ell una preciositat, com la vida mateixa, que no és tota ella una meravella. Entre meravella i meravella hi ha molt de pedregar i el camí, de vegades, no és solament molt dur, sinó també molt lleig. Però la veritat és que amb l’estómac ple de cafè amb llet i galetes, tot es fa molt menys dur i molt menys lleig.

Sortim de León i atrapem el sol llevant-se del llit. Estem caminant per un barri que comença a despuntar, amb moltes cases de nova construcció i el meu pensament vola i vola, recorrent aquells anys de la meva infància, quan la meva ciutat creixia i creixia, quan aquells camps pels quals jo corria s’anaven omplint de cases – algunes d’elles anomenades cases barates – per aquells immigrants que arribaven del sud perquè es necessitava mà d’obra. El meu pensament ja es confon amb l’actualitat i passa d’aquells immigrants dels anys seixanta als actuals immigrants dels països de l’Est o als negres que treballen als camps, fent aquells treballs que ningú no vol fer... el meu cap bull i de sobte en Joan Salvador em treu del meu capteniment demanant-me que em posi en un lloc determinat per atrapar la meva cara de somiar desperta en una foto que perpetuï l’alegria primerenca d’aquest sol que tot just s’acaba de rentar la cara.

Molt aviat arribem a la Virgen del Camino. Jo m’esperava una espècie de santuari de Nostra Sra. del Vilar i m’emporto la sorpresa de trobar-me amb una església d’un dubtós estil que em recorda molt més la Parròquia de Sant Sebastià – altra vegada torno a la meva infància o més ben dit, aquest cop, a l’adolescència – parròquia on havia anat a cantar el No serem moguts o Vull ser lliure vestida amb draps de colors, cabells al vent i el cap ple de simbòliques flors, al mateix temps que repartia octavetes que anunciaven reunions clandestines, on el rector era el més comunista de tots.

He de reconèixer que aquesta etapa em va portant al meu món interior quasi sense adonar-me’n. Ens parem a esmorzar per segona vegada, doncs no es poden aguantar tants quilòmetres amb només quatre galetes i un cafè amb llet. Allà al bar em sento “la reina del mambo”, els meus peus sembla que volen, però encara queden hores de camí entre erms carregats de gramínies per tot arreu excepte pel cel, ai!

Tornen els pensaments negatius. Torno a intentar apartar-los del meu cap sense aconseguir-ho del tot. Torno a sentir-me vulnerable, torno a tenir por al ridícul davant de mi mateixa (no sóc la reina del mambo) davant d’en Joan Salvador (li tornaré a espatllar el camí?) gairebé en el darrer quilòmetre atrapem una parella que havíem conegut al refugi de León: José Antonio i Gaby. José Antonio porta un pas molt més ràpid, així que se’ns avança. Acabem caminant de costat en Joan Salvador, la Gaby i jo. Aquesta dona és tota dolçor, m’explica una pila de coses, hi ha feeling. Perfecte. Em transmet energia i sé que arribaré al refugi de Villadangos una mica més animada. Llavors m’adono que en Joan Salvador té els peus molt inflats. Porta, com ja vaig comentar, molt més pes que jo, però no es queixa. Continua i continua caminant, amb els ulls plens de paisatge i l’ànima plena de records. Entre la Gaby i en Joan Salvador em sento petita, petita, molt poca cosa. Em venen ganes de plorar però, afortunadament, arribo fins al final.

El refugi, com sempre, serà la nostra llar per unes quantes hores. No el trobem gens acollidor, però hi ha aigua calenta i a més estem sols en una habitació de sis lliteres. Ens quedem amb totes les flassades. Després d’una bona dutxa i uns massatges als peus que ens fem l’un a l’altre i ben abrigats, em sento molt més reconfortada. Ara hem de pensar en anar a dinar.
Aquest dia acabarà sent llarg i ple d’experiències compartides amb altres pelegrins. Avui és la Mare de Déu del Roser. L’hospitalera es diu Rosario, celebra, per tant, avui, el seu Sant. A més, avui és diumenge. La dona obre el refugi i marxa. És normal. Però de vegades la normalitat fa que els pelegrins es sentin sols.

Una de les millors coses que succeeixen al camí és arribar a un alberg i que l’hospitaler o l’hospitalera t’aculli amb un somriure. De veritat. Encara que només sigui un somriure. Que et demani la credencial, que t’apunti en aquestes llibretes escolars tan maques on queden enregistrats a mà tots els pelegrins que van passant. Que et pregunti d’on ets i que tingui unes paraules amables amb tu. Aquesta és una d’aquelles coses que romanen a la memòria. Així, per exemple, després d’haver passat per tants pobles i tan diferents, a la meva memòria queden noms com Santiago Zubiri, batlle de Larrasoaña, Pablo, l’hospitaler de Nájera, Margarita, l’hospitalera de Carrión de los Condes, les noietes de Belorado, els noms de les quals no recordo però si les seves cares, Maria, la brasilera hospitalera de Burgos, Raquel, de León... i tants d’altres. De tot cor perdonem a la senyora Rosario que aquell dia no hi sigui perquè sabem que passarà el seu dia amb els seus i hi té tot el dret.
Avui és – seria- el Sant de la Roser, la mare d’en Joan Salvador. Una espina clavada, un record, una llàgrima que se’ns escapa a tots dos quan hi pensem, un pensament que ens estamordeix “ja no he de pensar mai més què li regalo” ja no sentiré mai més la seva veu –de vegades certament exagerada quan agraeix el regal – en veure qualsevol cosa: una orquídia, un disc d’òpera, un llibre o una bona colònia... mai més, mai més... Mai més i sempre són conceptes que nien al cor.

Al refugi ens trobem amb una parella francesa a la qual havíem vist a León. Concretament, jo els vaig veure a l’església, el dia de la benedicció de pelegrins i el multi – sermó de les monges. A ell el vaig trobar molt guapo i a ella que tenia cara de francesa. Són una parella de pre – jubilats que en aquell moment ens fan molta enveja. Ella se’n va a dormir i ell, que es diu Jorge, es queda amb la Gaby i amb mi. Jorge es posa a escriure postals, la Gaby llegeix el que escriuen els qui volen escriure els seus pensaments a una d’aquelles llibretes escolars que deia, jo escric les meves pròpies reflexions i en Joan Salvador escolta atentament en José Antonio, que li explica la seva experiència de l’estiu anterior. Com era d’esperar, acabem xerrant tots junts i com sempre, arreglem els diferents móns i sobre tot, acabem interioritzant . Aquí hi ha gran part de la riquesa del camí... en la interiorització de conceptes i no precisament conceptes religiosos.

José Antonio ens explica que l’any anterior va fer la peregrinació des de Vitòria, que és allà on viu, fins a Roma. Ho va fer per una causa que ningú més no coneixia en el moment en què ho va decidir: per la pau a Euskadi. Per la pau al món – ens diu- ho tornaria a fer.

Se m’escapa una altra llàgrima, mentre l’escolto, i penso Una furtiva lacrima. I el meu cap se’n va a Pavarotti. I de Pavarotti a Maria Callas i de Maria Callas a l’aria que fan servir a la pel·lícula Philadelphia: La mamma morta... (Roser!)I m’he de tornar a aguantar els sentiments, perquè els sentiments, segons manen els cànons socials, s’han d’aguantar. No està ben vist que exterioritzem passions ni sentiments. No queda bé. La Gaby s’obre del tot i m’explica la seva vida, quan, finalment, aconseguim parlar totes dues a soles. Hem decidit anar a sopar tots junts, encara que els francesos han quedat apartats i no seuen amb nosaltres.
A la televisió es veuen les primeres imatges de la guerra. Això és massa per mi, avui. La Gaby i jo ens mirem, Joan Salvador i José Antonio continuen parlant, aquest cop de navegació. La Gaby sent curiositat per nosaltres i jo per ells. Ens escoltem mútuament. Ella té cinquanta-cinc anys i n’aparenta deu menys. És petita i poca cosa, encantadora. Totes dues quedem captivades amb les respectives històries. I constato que el món està ple de persones interessants. El món està ple de vida... i ple de mort.
Sortim del bar agafades per la cintura i rient com boges. Hem connectat. Demà serà un altre dia, avui toca tornar al refugi sense hospitalera i intentar dormir, fins i tot sabent que en algun lloc del nostre món algú no podrà dormir perquè les bombes esclataran molt a prop del seu llit...

miércoles, diciembre 27, 2006

VILLADANGOS - HOSPITAL DE ORBIGO - ASTORGA

8-10-01
Villadangos-Hospital de Órbigo- Astorga
(32 km.)

Después de un buen desayuno en el bar de la noche anterior, donde coincidimos ya por última vez con Gaby y José Antonio y de los que nos despedimos pues llevamos diferentes ritmos, empieza una etapa en la cual mis pies ya se van resistiendo a caminar. Estamos pensando en hacer sólo los primeros 10 km, hasta Hospital de Órbigo y quedarnos allí para descansar y reanudar el camino mañana. Esto es lo que tienen pensado hacer los franceses, a quienes aun hemos dejado durmiendo. Pero claro, cuando llegamos al pueblo sólo son las 10 de la mañana y como no me duele nada... decidimos continuar.

Hospital de Órbigo es un pueblo precioso. A la entrada, un puente de origen romano, muy mejorado en siglos posteriores, salva el río Órbigo en una zona de praderas y árboles que vuelve a cambiar el paisaje ante unos ojos ya acostumbrados a los páramos. Allí la parada es obligada, para tomar un café, comprar unas postales, escribirlas mientras tomamos el café y para -santa inocencia la mía, que creía que continuaríamos un par de días más por lo menos- comprarme un libro "que no pese".

Me explico con lo del libro: en cada etapa me he llevado un libro. Lo malo es que un libro pesa. Lo bueno es que cuando estás en el refugio, si te sobran unos minutos después de hablar con la gente y después de escribir, puedes leer. Yo soy de las personas que "necesitan" tener un libro. Entre nosotros - y que no se me mire raro, puesto que me consta que a mucha gente le ocurre lo mismo- si voy al lavabo y no tengo nada que leer, me leo incluso lo que pone en las botellas de champú!... ya sé que soy rara, ya. Bueno. la cuestión es que en Villadangos no había absolutamente nada que leer y llevaba yo ya demasiados días sin lectura, por culpa del peso. Había que comprar un libro, pues, y eso fue lo que hice en H. de Órbigo: 515 ptas de libro "que no pesaba nada". "Espectros". De Manuel Vicent. No está nada mal, lo recomiendo; es un libro de artículos, libres y heterodoxos como el propio autor, reza la leyenda de la portada.

Una hora estamos descansando, tomando café, comprando postales y adquiriendo el libro. Después de revisar minuciosamente mis pies y ver que aunque no están muy católicos, los puntitos sólo sobrepasan un dedito por encima de los calcetines, decidimos continuar. Sólo nos quedan dos posibilidades: o nos quedamos en San Justo de la Vega, a 12,9 km. de H. de Órbigo, o , en el caso de que el mencionado pueblo sea muy desaborío, continuamos un poco más, hasta Astorga. Ya veremos.

Emprendemos la marcha de nuevo. Hace un día espléndido. Estamos absolutamente solos. Algunos parajes invitan a la meditación, otros, a la conversación. Hablamos poco. En algunos momentos siento que he retrocedido en el tiempo y recuerdo trozos de lecturas de mi niñez. De lecturas de los "libros de lectura" del colegio, que solían reproducir episodios ocurridos en pueblecitos y paisajes precisamente como los que estoy pisando. Otra vez, pues, los recuerdos. Esta vez son recuerdos literarios. Soy especialista en recordar cosas que jamás me han ocurrido, sensaciones vividas y sentidas en el momento de la lectura, por muchos años que hayan transcurrido.

En un momento dado pasamos por un pueblecito del que no recuerdo el nombre y que ni siquiera sale en la guía: cuatro casas. Un lavadero enorme, donde tres o cuatro mujeres "fan bugada"... lavan montones de ropa con unas pastillas de jabón enormes que me recuerdan el famoso jabón "lagarto" de toda la vida... Les pido permiso para fotografiarlas y les hace mucha gracia. Se colocan. Posan con cara de foto, pero no dejan de hacer su trabajo. Estoy convencida de que en sus casas tienen lavadoras pero también estoy convencida de que no cambiarían por nada del mundo este rato de compañía que se hacen unas a otras mientras hablan, ríen y comentan. "Fan safareig". Siento no poder traducir esta expresión.

En otro momento, a ambos lados del camino tenemos unos manzanos repletos que nos llaman a gritos y que se parecen a los arbolitos que dibujan los niños en el parvulario... no podemos resistir la tentación de robar un par de manzanas y diría que comerlas resulta la viva expresión del pecado original: pura delicia, puro pecado (y más porque son robadas). Su sabor es brillante. Su color es el de las manzanas de Blancanieves y contemplarlos me devuelve de nuevo a mi niñez.

El sol nos acompaña y el cielo es el vivo retrato de un cromo. Un cromo vivo, pues las nubes en forma de dibujo se mueven al compás de nuestros pasos. Un éxtasis, un privilegio, un sueño hecho realidad. El camino... la luz, la vida!...


El sol, el camino, la luz, todo perfecto, pero mis pies protestan. Empiezo a notar que esta va a ser la última etapa por esta vez. Empiezo a saber que no tendré tiempo de leer el libro, ni tendré más días para caminar, que... empieza la neura de nuevo.

Aparte de las manzanas, también robamos un pequeño racimito de uva. Tenemos hambre, no hay pueblos hasta dentro de una hora por lo menos. Me siento para saborear la uva, JSalvador coge también un par de peras de magnífico aspecto pero totalmente verdes, que saben a corcho.

Continuamos la marcha deteniéndonos de vez en cuando para mirar hacia atrás o hacia los lados y contemplar la inmensidad que nos rodea. Ya no estamos rodeados de "nada". Ahora estamos rodeados de robles, matojos, flores silvestres, estamos rodeados de color, ese color que aún tiene reminiscencias verdes, pero que ya va degenerando hacia el naranja, el amarillo y en algún momento, a ese color pajizo que adquieren las hojas antes de caer. Algunas ya están caídas, pero la mayoría siguen en su sitio, esperando a que una racha de viento las deposite suavemente en el suelo.

Particularmente, me dan ganas de emborracharme con los colores, al mismo tiempo que quiero llegar de una vez al final de la etapa, porque el martirio de pies ya es considerable. Así que incluso aligeramos el paso.

Llegamos a Santibáñez de Valdeiglesias. No hay nada. Ni un mísero bar abierto. Cuatro casas. El refugio está cerrado a cal y canto y en todo caso hay que ir a pedir las llaves a la casa del cura. No lo hacemos, ya que sólo quedan 8 km hasta San Justo de la vega y 3 más hasta Astorga. De pronto vemos un cartel que indica: seguir por carretera... o seguir por los caminos. Haremos dos km más,o sea 13, pero preferimos seguir por los caminos. Aun a costa de los pies.

Todo sigue igual, sin que pueda hablar de monotonía (al contrario). El sol juega al escondite y nos hace quitarnos el anorak y volvernos a poner el anorak. Juega. Ahora hace frío, ahora hace calor. Los cambios de ritmo son fatales para los pies, pero no se puede caminar con tanto calor. Por otra parte, no se puede caminar con tanto frío! ya estamos como siempre: Las contradicciones de la vida se suceden también en el camino.

Hay algo que nos sigue quedando muy claro a ambos: estamos caminando juntos y es lo que más deseamos en este momento. Estar juntos. Vivir los buenos momentos, los malos momentos, los sabores y los sinsabores... qué sencillo es todo, en realidad. Una vida está hecha de contradicciones en todo momento. Lucha del corazón contra la mente, lucha del bien contra el mal, lucha contra el frío y el calor, lucha de la vida contra la muerte... en fin...

Contradicción tras contradicción, paso tras paso, acabamos llegando a San Justo de la Vega. Ahora ya solo faltan 3,2 km para Astorga. Sería una mariconada no continuar, pero me quito las botas y veo dos desastres en mis pies,con lo que acabo metiendo las botas en una bolsa y poniéndome las zapatillas de la ducha. ¡Seguiré andando así!

Entramos en un bar, son las 5 de la tarde - la hora de los toreros- y desde allí, mientras nos tomamos unas cañas y unos bocadillos deliciosos, será por el hambre que llevamos... llamamos a Juan (jibov) para decirle que vamos hacia Astorga y el estado lamentable en que se encuentrasn mis pies. Las miradas "raras" a mis pies por parte de la gente que hay en el bar ya no me extrañan...
08 d’octubre de 2001

Villadangos_ Hospital de Orbigo – Astorga

Trenta- dos quilòmetres. Esmorzem al mateix bar on la nit anterior havíem sopat. Coincidim ja per darrera vegada amb Gaby i José Antonio, doncs ells porten un ritme diferent. Els meus peus ja es van començant a resistir a seguir caminant. Estem pensant en fer només els deu primers quilòmetres, fins a Hospital de Orbigo, quedar-nos allà per descansar i retornar al camí l’endemà. Això és el que han decidit fer els francesos, que encara hem deixat dormint. Però és clar, quan arribem al poble només són les deu del matí i a mi no em fa mal res... per tant, després d’un refrigeri i de descansar una estona, comprar unes postals i un llibre, decidim continuar.

Hospital de Orbigo és un poble molt bell. A l’entrada, un pont d’origen romà, millorat en segles posteriors, creua el riu Orbigo en una zona de prats i arbres que fa que torni a canviar el paisatge davant dels nostres ulls, que ja s’han acostumat als erms. Allà la parada és obligada, com he dit, per prendre cafè, escriure les postals mentrestant i per – santa innocència la meva- comprar aquell llibre que havia de començar a llegir en aquells dos dies més que havia de continuar el camí.

A cadascuna de les nostres etapes del camí m’he emportat un llibre. El pitjor és que els llibres pesen, però quan arribes a un refugi i no tens res per llegir, de vegades ho trobes a faltar. Jo sóc de les persones que necessita tenir sempre un llibre a mà. La qüestió és que a Villadangos no hi havia res per llegir, jo ja portava massa dies sense llibre, ja que aquesta vegada, per culpa del pes, no me n’havia emportat cap. Després d’una hora de descans, de revisar minuciosament els peus (els de tots dos) i veure que encara que no estan massa fins, els puntets només sobrepassen un dit per damunt dels mitjons, decidim continuar. Només ens queden dues possibilitats: o ens quedem a San Justo de la Vega, a 12,9 quilòmetres d’Hospital de Orbigo, o, en el cas que aquest poble no ens agradi gens, continuarem uns quilòmetres més, fins a Astorga. Ja ho veurem. Emprenem la marxa altra vegada. Fa un dia esplèndid, estem completament sols, alguns paratges ens conviden a la meditació i uns altres, a la conversa. Parlem poc. En alguns moments sento que he retrocedit en el temps i recordo trossos de lectures de la meva infantesa. Lectures dels llibres “de lectura” de l’escola, que solien reproduir episodis ocorreguts en poble i paisatges precisament com els que estem trepitjant. Altra vegada, doncs, els records. Aquesta vegada són literaris. Sóc especialista en evocar coses que mai no m’han passat, en rememorar sensacions viscudes i sentides en el moment en què tenia el llibre a les meves mans, per molts anys que hagin passat. Hi ha un moment en què passem per un poble petit del qual ni tan sols recordo el nom i que no surt a la guia: quatre cases. Un safareig enorme, on unes quantes dones fan bugada. Renten piles de roba amb unes pastilles de sabó enormes que em recorden el famós sabó “lagarto” de tota la vida, els demano permís per fer-los una fotografia i els fa molta gràcia. S’hi posen bé. Posen cara de foto, però no deixen de treballar. Estic convençuda que a casa seva tenen màquines de rentar però que no canviarien per res del món aquesta estona de companyia que es fan les unes a les altres mentre parlen, riuen i comenten. “Fan safareig”. En un altre moment, a ambdós costats del camí, tenim unes pomeres repletes de pomes que ens criden. S’assemblen als arbres que normalment dibuixen els nens al parvulari. No podem resistir la temptació de robar un parell de pomes i jo diria que quan ens les mengem se’ns figura la viva expressió del pecat original. Una pura delícia i pur pecat, perquè a més, són robades i per tant, més bones. El seu sabor és brillant i el seu color és el de les pomes de la Blancaneus.

Contemplar-les i assaborir-les em retorna, de nou, al passat. El sol ens acompanya tota l’estona i el cel és la imatge d’algun cromo dels que havia col·leccionat de nena. Un cromo viu, ja que els núvols en forma de dibuix, es mouen al compàs de les nostres passes. Un èxtasi, un privilegi, un somni fet realitat. El camí, la llum, la vida, tot és perfecte menys els meus peus. Els meus peus protesten. Començo a notar que aquesta serà la darrera etapa per aquesta vegada. Començo a saber que no tindré temps de llegir el llibre ni tindré més dies per caminar, que s’inicia la meva neurastènia altra vegada. Però jo no m’ho invento. Si em miro els peus ho veig!
A part de les pomes, també hem robat una mica de raïm. Tenim gana, no hi ha cap poble fins al cap d’una hora de camí com a mínim. M’assec per assaborir el raïm. En Joan Salvador també agafa un parell de peres de magnífic aspecte però totalment verdes, que tenen gust de suro. Continuem la marxa parant-nos de tant en tant per mirar enrere o als costats i contemplar la immensitat que ens envolta. Ja no estem envoltats de “res”. Ara estem envoltats de roures, matolls, flors silvestres, estem envoltats de color, aquest color que encara té reminiscències de verd, però que es va degradant cap al taronja, el groc i en cap a aquell color palla que prenen les fulles abans de caure. Algunes ja han caigut, però la majoria continuen al seu lloc, esperant a què una ràfega de vent les dipositi suaument al terra. Em venen ganes d’emborratxar-me amb els colors, al mateix temps que vull arribar d’una vegada al final de l’etapa, perquè el martiri dels peus ja és considerable. Així doncs, alleugerim el pas. Arribant a Santibañez de Valdeiglesias no hi ha res. Ni un misèrrim bar obert. Quatre cases. El refugi està tancat amb pany i clau i en tot cas cal anar a demanar les claus a casa del rector. No ho fem, ja que només queden vuit quilòmetres fins a San Justo de la Vega i després, tres més fins a Astorga. De sobte veiem un cartell que indica: “seguir per carretera o seguir pels camins” . Si anem pels camins farem dos quilòmetres més, però no podem suportar la idea de pensar en caminar per l’asfalt, així que ens decidim pels camins, malgrat el mal de peus. Tot continua igual, sense que es pugui parlar de monotonia, ans al contrari. El sol juga amb nosaltres a fet i amagar i ens fa treure’ns l’anorac i tornar-nos-el a posar perquè tan aviat fa calor com fred. Els canvis de ritme són fatals pels peus, però no es pot caminar amb tanta calor. Per una altra banda, tampoc no es pot caminar amb tanta calor. Ja estem com sempre: les contradiccions de la vida es van succeint també al llarg del camí.

Hi ha una cosa, però, que ens queda molt clar a tots dos: estem caminant junts i això és el que més desitgem en aquest moment. Estar junts. Viure els bons moments, els mals moments, allò de bo i allò de dolent, la salut i la malaltia, que senzill que resulta tot, en realitat! Una vida està feta de contradiccions en tot moment. La lluita del cor contra la ment, la lluita del bé contra el mal, la lluita contra el fred i la calor, la lluita de la vida contra la mort.
Contradicció rere contradicció arribem, finalment, a San Justo de la Vega. Ara ja només ens falten 3,2 quilòmetres per arribar a Astorga. Seria una bestiesa no continuar, però em trec les botes i veig dos desastres en lloc de peus, per la qual cosa acabo ficant les botes en una bossa de plàstic i calçant-me les sabatilles de la dutxa. Continuaré caminant així, ja sabem que no és la primera vegada ni serà la última, abans d’arribar a Santiago.

Entrem en un bar, són les cinc de la tarda – l’hora dels toreros- i des d’allà, mentre ens prenem unes cerveses i uns entrepans deliciosos - deu ser per la gana que portem, que els trobem tan bons - truquem en Juan (un d’aquests amics nostres que jo he conegut a través d’internet) per dir-li que anem cap a Astorga i l’estat lamentable en què es troben els meus peus. L’amic Juan ens ve a recollir. En Joan Salvador fa caminant i amb motxilla inclosa els tres quilòmetres i dos-cents metres que ens separaven d’Astorga. Jo vaig en cotxe, amb en Juan. Després de segellar credencials ens acompanya a un confortable hotel de León, on passem la nit, després d’haver anat a sopar amb ell i en Javi. S’ha acabat el camí, de nou, i haurem d’esperar uns altres sis mesos per continuar.

martes, diciembre 26, 2006

5ª PART- DE BLANES A ASTORGA

Abril-2002
Después de seis meses de espera, con unas ganas enormes de continuar ese camino cuyo final ya se nos antoja inalcanzable, empezamos con los preparativos un par de semanas antes de la partida.

Cambié de mochila: esta vez escogí una mucho más pequeña que la mía, una mochila que a nuestro hijo Aleix le sirve para hacer escalada, donde cabe lo mínimo, porque lo mínimo es lo que llevaba esta vez: dos camisetas, un pantalón (más el que llevaba puesto) dos mudas de ropa interior, capelina para la lluvia y las botas.Una bolsita con el cepillo de dientes, jabón y UNA sola crema para todo (eso sí que es un verdadero sacrificio para mí, ays, pero logré eliminar todo lo demás)...

En prevención, un mes antes de Semana Santa acudí "al hechicero". Me explico: un médico naturista (ya que los médicos "oficiales" no me daban otra solución que hacerme un chequeo de aquellos que no terminan nunca jamás) que me propuso una dieta para depurar mi organismo, consistente en zamparme zanahorias a kilos (debidamente licuadas) naranjas, limones, germen de trigo, levadura de cerveza y otras lindezas por el estilo, que resultaron buenísimas (nunca había tenido el pelo ni las uñas tan relucientes y largos)... lo del pelo mola, porque está más largo y más suave, pero lo de las uñas da cierto repelús, puedo hacer una demo al más bonito estilo brujil ;)

El hechicero pensaba que con este "depurador" (que ya sé que suena fatal) mis venas, arterias o canales emisores y receptores del rojo líquido (porque una, aunque a veces la llamen princesa no tiene la sangre azul) se comportarían comme il faut e incluso se aventuró a decir que esta vez no sólo llegaría a Santiago, sino que además lo haría a la pata coja. Pero se equivocó la paloma...
De Blanes a Astorga

Salimos a las 7 de la mañana pero hay una cantidad de coches extraordinaria, no olvidemos que es Jueves Santo y aunque en Catalunya no es festivo, si yo me lo tomo como festivo... ¿por qué no iban a hacerlo los demás?, así pues, todo dios está en la carretera, con lo cual, la bonita tarea de desayunar en una área de autopista se convierte en una carrera de obstáculos, tanto para pedir un café con leche, como para hacer un pis, ya que (cosas de la vida) en el lavabo de señoras hay una fila laaaarga, laaarga, de mujeres de casi todas las edades (abundan las veterano-jubiladas de los autocares del inserso aparcados junto a la gasolinera)... curioso, porque debe de haber más o menos la misma cantidad de hombres en el local autopistero y sin embargo en su lavabo no parece haber aglomeración (¿es que los hombres no mean?) nchts! siempre igual!

Sorteados todos los obstáculos, continuamos el viaje, dándonos cuenta de que por lo menos hemos hecho esa autopista ya unas diez veces... diría yo. Entre las intentonas de camino, las idas y vueltas a Sama y a Tielve, las visitas a los amigos de Logroño, etc... etc.... pues casi me quedo corta. Sí señor: más de 10 veces la hemos hecho, seguro, seguro! Enseguida la mente se evade con recuerdos que se entremezclan. Sama... Logroño... El camino frustrado tantas veces... el hotelito de León que nos buscó jibov ( desde fuera parecía un poco cutrillo, para qué nos vamos a engañar, pero luego resultó uno de los mejores hoteles)... los encuentros con A4 (que ya no sé si han sido dos, tres o cuatro, pues ya León es otro de nuestros puertos)... Tielve... el encuentro con many cuando ellos y nosotros hacíamos el camino...incluso hay un trozo de autopista común a nuestras idas y venidas a Donostia para la famosa carrera Behobia-Donostia, que en su día os he comentado... en fin: recordando, recordando, acabé soñando en los brazos de Morfeo (algo incómodo es el Range, pero como una duerme hasta en el palo de un gallinero, pues... ningún problema!)

Llegados por fin a Astorga, a media tarde, empezamos a hacernos de nuevo a la idea de que esto es de nuevo el camino. Mañana nos tocará levantarnos a las 7 y quién sabe si habrá un bar abierto para tomar un café con leche.... empezar a caminar y no parar hasta 21 km. más adelante (se me aparece como una gesta mucho más difícil que otras veces, quizá por la experiencia negativa de mis frustres anteriores con los pies, pero no por ello menos atractiva, así que descarto pensamientos negativos y vuelvo a la realidad del albergue)

... un albergue no demasiado acogedor, la verdad, pero como siempre, como en todas partes... lo importante son las personas, más que la ubicación de éstas. Así pues, saludamos al hospitalero y a un grupo de catalanes que andan haciendo lo mismo que nosotros.Mañana los veremos, caminaremos más o menos juntos.

Dejamos todo en el albergue y nos lanzamos a la exploración de Astorga. Bonita ciudad. Hacemos turismo por donde podemos, nos tomamos un chocolate, compramos algunas provisiones para la caminata de mañana y cenamos opíparamente.

Y ahora, lo más interesante: aquello de las ceremonias. La Procesión del Jueves Santo. Me pongo en primera fila, máquina en ristre porque ya sabeis que este tipo de celebraciones me emocionan muchísimo. También sabeis que me tengo por agnóstica (quizá lo de atea sea demasiado fuerte, así que lo dejaremos en agnóstica, que queda más propio). Pero no puedo evitar unas lágrimas de emoción en el momento en que los ... ¿costaleros? ¿encapuchados? ¿cofrades? un enorme grupo de personas, hombres y mujeres, llevan a sus espaldas los dos pasos con los que cuenta Astorga para esta procesión.

Hay un momento, un instante, en que la luna llena asoma su cabeza por encima de la torre de la iglesia. Es un momento mágico. Hay un silencio perfecto, en el que el grupo tiene que concentrarse para equilibrar el peso, pero que a mi se me antoja mágico, con la luna presidiendo el acto. Me trago mi emoción. Después alguien me pregunta de qué revista o periódico soy, por la cantidad de fotos que hago.

No: no soy periodista. Intento ser peregrina por los caminos de España, como decía la canción, pero por el momento ésta es una tarea algo difícil. ¿Lo conseguiré alguna vez?
Abril de 2002

Després de sis mesos d’espera, amb unes ganes enormes de continuar aquest camí el final del qual ja ens sembla inabastable, un parell de setmanes abans, comencem amb els preparatius. Canvio de motxilla: aquesta vegada me n’emporto una de molt més petita que l’Aleix fa servir per fer escalada, on hi cap el mínim imprescindible. Hi fico dues samarretes, uns pantalons, que amb els que portava posats fan dos, dues mudes de roba interior, la capelina per la pluja i les botes. Una bossa amb el raspall de dents, sabó i una sola crema per tot. Això per mi és tot un sacrifici, però aconsegueixo eliminar tot el que teòricament no necessito.

Per prevenció, un mes abans de la Setmana Santa vam anar a un metge naturista, ja que els metges diguem-ne oficials no em donaven cap solució, fora de fer-me una revisió d’aquelles que no acaben mai. El metge vascular m’havia dit que allò no era res preocupant, el metge de capçalera m’havia dit el mateix, només em quedava provar la medicina natural, així que durant un mes em vaig haver de menjar pastanagues a quilos (liquades, això si) llimones, taronges, germen de blat, llevat de cervesa i altres herbes semblants, que van resultar boníssimes per als meus cabells i per a les meves ungles. Aquella espècie de bruixot pensava que amb aquesta dieta depuradora, les meves venes i artèries o canals receptors del líquid vermell (perquè jo, encara que de vegades em diguin princesa, no tinc la sang blava) es comportarien tal com manen els cànons i fins i tot es va aventurar a dir que aquesta vegada no solament arribaria a Santiago sinó que a més ho faria a peu coix. Però s’equivocava.

De Blanes a Astorga

Sortim a les set del matí però hi ha una quantitat de cotxes extraordinària. És dijous Sant i encara que a Catalunya no és festiu, si nosaltres ens el podem agafar com a festiu, què ens feia suposar que l’altra gent no podia fer el mateix? Així doncs, tothom és a la carretera, amb la qual cosa, el bonic acte d’esmorzar en una àrea d’autopista es converteix en una cursa d’obstacles, tant per demanar un cafè amb llet com per fer pipí, ja que, per aquelles coses de la vida, al lavabo de senyores s’hi forma una cua tan llarga de dones de totes les edats (amb abundància majoritària de senyores jubilades provinents dels autocars de l’Inserso aparcats al costat de la gasolinera). I és curiós, perquè hi deu haver més o menys la mateixa quantitat d’homes al local de l’autopista i en canvi al seu lavabo no sembla haver-hi aglomeració (és que els homes no fan pipí?)

Una vegada sortejats tots els obstacles continuem el viatge, adonant-nos que al menys, aquesta autopista l’ hem fet deu vegades. Entre els intents de fer el camí, les anades i vingudes a veure els amics, a Sama de Grado, a Tielve, a Logronyo, a Galícia... gairebé em sembla que em quedo curta. De seguida la ment s’evadeix amb records que es barregen. El camí tants cops frustrat – que jo encara no sé que es tornarà a frustrar- l’hotel que ens va buscar en Juan a León, les trobades amb en Javi, la trobada amb el nostre amic Manolo quan ells i nosaltres fèiem el camí, fins i tot hi ha un tros d’autopista que ens és comuna a les nostres anades i vingudes a Donostia, per a la famosa cursa Behobia - Donostia... en fi, tot recordant, acabo adormint-me. Dormir al cotxe és força incòmode però jo puc dormir fins i tot al pal d’un galliner, així que no hi ha cap problema. A mitja tarda arribem a Astorga i comencem a fer-nos a la idea altra vegada que això torna a ser el camí. Demà ens tocarà llevar-nos a les set i qui sap si hi haurà un bar obert per prendre’ns un cafè amb llet, començar a caminar i no parar fins vint –i- un quilòmetres més endavant. Se m’apareix com una gesta molt més difícil que altres vegades, potser per l’experiència negativa dels meus peus, però no per això em resulta menys atractiva, així que procuro descartar els pensaments negatius i torno a la realitat de l’alberg. Un alberg no massa acollidor, la veritat, però com sempre, com a tot arreu, el més important són les persones, molt més que la seva ubicació. Així que saludem l’hospitaler i un grup de catalans que fan el mateix que nosaltres. Demà els veurem, caminarem més o menys junts. Ho deixem tot a l’alberg i sortim a fer un volt per Astorga. Ens resulta una ciutat agradable. Fem turisme per on podem, ens prenem una xocolata, comprem algunes provisions per a l’endemà i sopem opíparament. I ara, el més interessant: allò de les cerimònies. La Processó de Dijous Sant.

Em poso a primera fila, màquina en mà, ja que aquest tipus de celebracions, com ja he dit, m’emocionen molt. Jo em tinc per agnòstica, ja que atea em sona massa fort. Però no puc evitar unes llàgrimes en el moment en què els Natzarens un enorme grup d’homes i dones, porten a les seves espatlles els dos passos amb què compta Astorga per a aquesta processó. Hi ha un moment, un instant només, en què la lluna treu el cap per damunt la torre de l’església. És un moment màgic. Hi ha un silenci espès i perfecte en el què el grup s’ha de concentrar per equilibrar el pes, però que a mi se m’apareix com molt màgic, amb la lluna presidint l’acte. M’empasso la meva pròpia emoció (Montse, ets beneita) i després algú em parla i em fa perdre el moment: em pregunten de quina revista o diari sóc, perquè estic ben bé al mig del carrer amb la màquina de fotografiar. Suposo que em dec posar fins i tot vermella. M’aparto lleugerament. No. No sóc periodista. Intento ser pelegrina pels camins d’Espanya, com diu la cançó, però no sé si alguna vegada això serà factible.

Aquest cop només aconseguim arribar fins a Ponferrada. Al meu diari no hi consta res més que la ràbia i el desencís, cap mena d’altra emoció, cap mena de sentiment positiu, per això, els sis mesos que tornen a passar abans de tornar a emprendre el camí, tot plegat ja no és el mateix, per mi. No tinc més ganes de sortir a caminar, de fer tot el viatge fins allà on ens hem quedat, per intuir que – una vegada més- els peus no em respondran i només puc acabar pensant que –si hi ha alguna força divina- a mi no m’estima. I si vull arribar a Santiago, no tinc manera de fer-ho a peu. Penso en anar jo amb el cotxe, fent de suport a en Joan Salvador i que ell continuï caminant tot sol, però ell no en vol ni sentir a parlar. Així doncs... l’únic dia que caminem des d’Astorga a Ponferrada, no el tinc enregistrat ni al diari ni a la memòria. L’he esborrat de la meva base de dades.

lunes, diciembre 25, 2006

PONFERRADA-VILLAFRANCA DE EL BIERZO

Septiembre, 2002

Y de nuevo, seis meses más tarde, reanudamos esa peregrinación que a veces parece un calvario. Yo esta vez no tengo ganas, necesito hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para seguir a este hombre que me lleva de aventura en aventura... y por él lo hago. Sí. Por él lo hago, y esta vez es un intercambio. Una negociación. Él vendrá a Tielve, a ver a mis amigos - y se lo pasará bien, mal que le pese reconocerlo- y yo seguiré caminando a su lado por esos caminos ...

9-09-02

Tengo la cabeza llena de imágenes, de momentos, de músicas, de besos, de abrazos, de risas... demasiadas emociones para tan pocos días. Llegó myril a mi casa. Pasó todo muy deprisa, como si tantos meses de esperar el momento no hubieran servido para nada... aunque intento consolarme con aquello tan manido de que "lo bueno, si breve, dos veces bueno". Vamos a acabar pensando que, efectivamente, puede ser así. Pero hay cosas que saben a poco. No puedo, aquí, en mi crónica del camino, hablar de Tielve. Tielve fue un remolino de sentimientos entremezclados donde amé y odié, reí y lloré, pero donde por encima de todo, comprobé una vez más el poder de la amistad con mayúsculas.

Y dicho esto ...
El domingo, día 8 de septiembre, después de desayunar y despedirnos de todos, partimos hacia Ponferrada, donde lo habíamos dejado la última vez. Y partí contenta, por lo que dejaba atrás. Y partí triste, por lo que dejaba atrás. Y estaba feliz, por lo que estaba previsto y estaba a la vez triste, por lo que estaba previsto.

Ponferrada-Villafranca del Bierzo
22,4 km

Caminamos aproximadamente 4 horas. La primera etapa fue "normal". Demasiado asfalto. Paramos a desayunar por segunda vez en un pueblo llamado Cacabelos. A partir de ahí me sorprende gratamente encontrarme de nuevo con camino de verdad: viñas y árboles frutales: manzanos y perales, cerezos, nogales...

Caminamos juntos en silencio. En mi cabeza, arremolinándose las emociones pasadas, presentes y aun las futuras... mi imaginación no tiene límites y echaba de menos cosas que había dejado a medias, y pensaba en cómo se iban a desenvolver, predecía, hacía juicios, y echaba aún de menos cosa que jamás han ocurrido, mientras mis ojos se llenaban de verde y de azul. Los acontecimientos pasados, en mi caso, siempre tienen que ver con paisajes vividos o imaginados, pero siempre entrañables.Los paisajes inundan mis ojos y mi mente se desborda: casas pequeñas, el día a día de las personas que puedan habitar en ellas... como en una novela por inventar, nunca leída pero siempre leída. Aquello que jamás sabré escribir, aquello que jamás sabré describir, aunque me gustaría tanto...

El presente, andar los caminos junto a Joan S. El futuro, la voluntad de seguir haciéndolo por el camino real, la vida. Y en medio del pasado, del presente y del futuro, todo lo vivido en los últimos días y el trabajo,y los chicos y los amigos y la familia y todo en concreto y nada en concreto.

Y llegando al albergue, una ducha muy rápida. Y el pelo hecho un desastre, pero deberá aguantar. No hay agua caliente y me pregunto quien es el guapo que se va a lavar la cabeza con agua fría. Yo no. Hoy no. Por la tarde, pequeña siesta en la que, en sueños, se me mezclan el camino y mis amigos de internet, así como animales exóticos, como ñús azules, avestruces brillantes, hipopótamos y elefantes de colores, que representa que eran el producto de algo que habíamos fumado, mientras many bailaba con una de las chicas de León. Me despierta el sonido de la melodía de un minuetto. Era un móvil en la vida real. Despierto, pues, y me doy cuenta de que mi sueño ha sido realmente buñueliano. Hace muchos años vi una película: "El discreto encanto de la burguesía", donde algunos animales se paseaban por delante de la cama de alguien. Debo de estar muy malita :)) y además, debe hacer como 25 años que no me "fumo" nada que no sea un triste malboro ligth, así pues... mis paranoias oníricas son dignas de figurar en encilopedia.

Camino del puebo, para visitarlo, me hincho a comer moras, bajo un sol precioso que se ha dignado salir sólo para mí. O eso imagino yo y a mi me basta. Paseo por el pueblo, merienda-cena y vuelta al albergue. Mañana hay que subir a "O Cebreiro". Ya estoy metida de lleno. Me apetece. Mis pies responden, por el momento. ¡Ya era hora!
Setembre de 2002

Passen sis mesos més i hi tornem. A mi ja em sembla un calvari. Jo aquest cop no en tinc ganes i necessito fer provisió de totes les meves forces, sobre tot, la força de voluntat, per seguir aquest home que em porta d’aventura en aventura. I per ell ho faig. Ho faig per ell i aquesta vegada es converteix en un intercanvi, una negociació. Ell m’acompanyarà a Tielve a veure els meus amics d’internet, allò que en llenguatge internauta se’n diu “una quedada” i s’ho passarà bé – mal que li pesi reconèixer-ho- i jo seguiré caminant per aquests camins que els meus peus, només de veure’ls ja es transformen. És un procés mental? Encara no ho sé ni crec que ho arribi a saber mai.
09 de setembre de 2002

Tinc el cap ple d’imatges, de moments, de músiques, de petons i abraçades, de rialles... massa emocions per tan pocs dies. Va arribar la Myriam a casa nostra, de vacances. La Myriam és una amiga xilena que vaig conèixer a través de la xarxa. Va passar tot molt de pressa, com si tants mesos d’espera no haguessin servit de res. Hi ha una espècie de – diguem-ne consol- a través d’aquella famosa frase que allò bo, si és breu és doblement bo, però hi ha coses que tenen gust de poc i aquesta trobada a Tielve n’és una. Era la contrapartida a continuar fent camí. Tal com deia, jo no tinc ganes de continuar, estic molt desanimada i haver-me trobat amb els amics que fins aleshores representava que eren virtuals, el fet que s’haguessin convertit en persones de carn i ossos per un parell de dies, d’haver-hi parlat, d’haver-los abraçat, d’haver conviscut amb ells i amb elles i haver-me’n de separar altra vegada per tornar a iniciar aquella aventura que ja no sento com a meva, aconsegueix que encara se’m faci més feixuc. Tielve ha estat un remolí de sentiments barrejats on he estimat i avorrit, he rigut i plorat, però on per damunt de tot he comprovat una vegada més el poder de l’amistat. El diumenge dia 8 de setembre, després d’esmorzar i acomiadar-nos de tothom, sortim cap a Ponferrada, on ho havíem deixat la darrera vegada. I marxo contenta per tot el que deixo enrere i marxo trista per tot el que deixo enrere. I sóc feliç per tot el que tenim previst i estic trista pel mateix motiu.

Ponferrada – Villafranca del Bierzo

Vint - i dos quilòmetres i mig. Caminem quasi quatre hores. La primera etapa és normal. Massa asfalt. Parem a esmorzar per segona vegada en un poble nomenat Cacabelos. A partir d’aquí em sorprèn gratament tornar-me a trobar amb el camí de veritat: vinyes i arbres fruiters. Pomeres, perers, cirerers, nogueres... Caminem junts en silenci. Al meu cap, en un bullidor, les emocions passades, les presents i fins i tot les futures. La meva imaginació no té límits i trobo a faltar coses que he deixat a mig fer i penso en com s’esdevindran, faig prediccions, faig judicis i trobo a faltar encara coses que mai no han ocorregut, mentre els meus ulls s’omplen de verd i de blau. En el meu cas, els esdeveniments passats sempre tenen a veure amb paisatges viscuts o imaginats, però sempre entranyables. Els paisatges inunden els meus ulls i la meva ment es desborda: coses petites, el dia a dia de les persones que hi puguin viure, com en una novel·la que encara s’hagués d’inventar, mai llegida, però sempre llegida. Allò que mai sabré escriure, allò que mai sabré descriure, encara que m’agradaria tant!
El present: caminar pels camins al costat d’en Joan Salvador. El futur, la voluntat de continuar fent-ho pel camí de la realitat, la vida. I entremig del passat, del present i del futur, tot allò viscut els darrers dies i la feina, i els fills i els amics i la família i tot en concret i res en concret.
Arribant a l’alberg, una dutxa ràpida. Els cabells fets un desastre però m’he d’aguantar. No hi ha aigua calenta i em pregunto qui és el guapo que es rentarà el cap amb aigua freda. Jo no. Avui no. A la tarda, petita migdiada on, en somnis, se’m barregen el camí, els meus amics d’internet i animals exòtics, com nyus blaus, estruços brillants, hipopòtams i elefants de colors, que representa que eren producte d’alguna cosa que havíem fumat, mentre en Manolo ballava amb una de les noies de León. Em desperta un minuet. Era un mòbil a la vida real. Em desperto, doncs, i m’adono que el meu somni ha estat realment buñuelià. Fa molts anys vaig veure una pel·lícula que es deia “El discreto encanto de la burguesía” on alguns animals es passejaven per davant del llit d’algú. Dec estar molt malalta. I a més, deu fer més de vint – i- cinc anys que no em fumo res que no sigui un trist marlboro ligth, així doncs, les meves paranoies oníriques són dignes de figurar en una enciclopèdia. Camí del poble, per visitar-lo, em dedico a menjar mores sota un sol preciós que s’ha dignat sortir només per mi. O això m’ imagino jo, i ja en tinc prou. Passegem pel poble, fem un berenar sopar i tornem a l’alberg. Demà toca pujar a O’Cebreiro. Ja torno a estar ficada de ple al camí. M’agrada. Em ve de gust. Els peus, de moment, responen. Ja era hora!

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