CASTROJERIZ - FRÓMISTA
Castrojeriz-Frómista
18-10-2000 - 25 km, aprox.
En la mañana que despunta, un murmullo lejano llega a mis oídos. Paso de estar profundamente dormida a un semidespertar que se va acentuando con el progresivo aumento de volumen del murmullo. Es muy agradable. ¿Qué está pasando? Aguzo el oído mientras intento desentumecer, por debajo del saco y de la manta, los músculos de mis piernas y pies. El suave murmullo va tomando forma. Es un canto. Es un canto profundo. Es un canto que me ayudará/nos ayudará a desperezarnos totalmente, pero con la sensación de que algo maravilloso nos espera. Es otra forma de despertar, absolutamente diferente del despertador a que estamos acostumbrados, y en ese contexto, es sensacional. Canto gregoriano. Alguna lengua viperina nos comentó ayer que Restituto, el hospitalero, ex yuppie con el mismo tanto por ciento de mala leche que de buen corazón, despertaba a la gente cantando él mismo. Lo cual me hizo pensar en los minaretes desde los que los sacerdotes marroquíes despiertan a la gente para que recen de cara a la Meca, a las 5 de la mañana. Pero no. Restituto pone un compact y lo maneja con tal delicadeza a partir del parámetro "volumen" que te hace sentir casi que estás en los cielos, suspendido de una nube (y os aseguro que no apetece salir de ella)...
Nos obsequia con café con leche y galletas (JS y yo damos cuenta de un paquete entero) y nos despedimos de él (a mi me da tres besos "a la francesa"). La impresión de la noche anterior con respecto a este hombre no fue muy buena para mí y eso que le caí en gracia y me trató como a una reina. Pero se comportó muy mal, bajo mi punto de vista, con una señora noruega que llegaba en bicicleta. Pero no voy a criticarle. Sus razones tendría para comportarse con ella de la forma en que lo hizo... ya que con nosotros fue de lo más agradable.
Mis pies estaban mejor,o eso pensaba yo, no me sentía las piernas (pero poco importaba, pensé). Agarramos las mochilas y... ¡a la calle!.
Qué bonitos son los Campos de Castilla (tengo que releer a Machado) JSalvador me cuidó ese día como si fuera su estrella. En realidad llegué a creerme que lo soy (si, efectivamente, lo soy).
Voy a saltarme aquí un párrafo de mi diario que es demasiado íntimo, aunque todos podeis comprobar que estoy abriendo mi alma en cada una de mis historias. Simplemente, corroboro, durante la caminata de este día, con un dolor de pies ya absolutamente declarado que hace que, frente al canal de Castilla (qué preciosidad visual), tenga que cambiar las botas por las zapatillas de deporte, corroboro, decía, la suerte que tengo de vivir con este hombre.
- No creo que yo tenga fuerzas para continuar, le comento a JS. No sé lo que tengo, pero si es una alergia, a fe de Dios que no son los calcetines ni las botas ni las zapatillas de deporte. ¿Serán las gramineas de Castilla?
- Serán!, por eso no vamos a discutir
¡Pero no eran!
18-10-2000 - 25 km, aprox.
En la mañana que despunta, un murmullo lejano llega a mis oídos. Paso de estar profundamente dormida a un semidespertar que se va acentuando con el progresivo aumento de volumen del murmullo. Es muy agradable. ¿Qué está pasando? Aguzo el oído mientras intento desentumecer, por debajo del saco y de la manta, los músculos de mis piernas y pies. El suave murmullo va tomando forma. Es un canto. Es un canto profundo. Es un canto que me ayudará/nos ayudará a desperezarnos totalmente, pero con la sensación de que algo maravilloso nos espera. Es otra forma de despertar, absolutamente diferente del despertador a que estamos acostumbrados, y en ese contexto, es sensacional. Canto gregoriano. Alguna lengua viperina nos comentó ayer que Restituto, el hospitalero, ex yuppie con el mismo tanto por ciento de mala leche que de buen corazón, despertaba a la gente cantando él mismo. Lo cual me hizo pensar en los minaretes desde los que los sacerdotes marroquíes despiertan a la gente para que recen de cara a la Meca, a las 5 de la mañana. Pero no. Restituto pone un compact y lo maneja con tal delicadeza a partir del parámetro "volumen" que te hace sentir casi que estás en los cielos, suspendido de una nube (y os aseguro que no apetece salir de ella)...
Nos obsequia con café con leche y galletas (JS y yo damos cuenta de un paquete entero) y nos despedimos de él (a mi me da tres besos "a la francesa"). La impresión de la noche anterior con respecto a este hombre no fue muy buena para mí y eso que le caí en gracia y me trató como a una reina. Pero se comportó muy mal, bajo mi punto de vista, con una señora noruega que llegaba en bicicleta. Pero no voy a criticarle. Sus razones tendría para comportarse con ella de la forma en que lo hizo... ya que con nosotros fue de lo más agradable.
Mis pies estaban mejor,o eso pensaba yo, no me sentía las piernas (pero poco importaba, pensé). Agarramos las mochilas y... ¡a la calle!.
Qué bonitos son los Campos de Castilla (tengo que releer a Machado) JSalvador me cuidó ese día como si fuera su estrella. En realidad llegué a creerme que lo soy (si, efectivamente, lo soy).
Voy a saltarme aquí un párrafo de mi diario que es demasiado íntimo, aunque todos podeis comprobar que estoy abriendo mi alma en cada una de mis historias. Simplemente, corroboro, durante la caminata de este día, con un dolor de pies ya absolutamente declarado que hace que, frente al canal de Castilla (qué preciosidad visual), tenga que cambiar las botas por las zapatillas de deporte, corroboro, decía, la suerte que tengo de vivir con este hombre.
- No creo que yo tenga fuerzas para continuar, le comento a JS. No sé lo que tengo, pero si es una alergia, a fe de Dios que no son los calcetines ni las botas ni las zapatillas de deporte. ¿Serán las gramineas de Castilla?
- Serán!, por eso no vamos a discutir
¡Pero no eran!
En Frómista me pongo a escribir, JS hace otro tanto, el artista también, los franceses, que ya nos han pillado de nuevo, Oscar, otro grupo de franceses pero con una mala leche de narices, Judith, Agustín... están "todos" (bueno, todos no porque los que perdimos en Burgos no están y de los 4 brasileños de ayer, solo quedan 2)...
Escribo y escucho a Mercedes Sosa, la hospitalera de Frómista es melómana como yo... dios santo...
"Gracias a la vida, que me ha dado tanto..." las lágrimas vuelven a hacer su aparición (creo que he nacido con un grifo en la nuca). No puedo controlarme, los sentimientos me desbordan, sentimientos de fatiga y dolor, combinados con sentimientos que no puedo reproducir aquí. Me odio a mi misma por no poderme frenar, allí, delante de todos... dejo lo que estoy haciendo y me voy al lavabo, para tratar de solucionar el líquido problema. Creo (sólo creo) que nadie se ha dado cuenta. Ahora ya sí que estoy deseando marcharme a casa,volver a la normalidad.No puedo más, no podría continuar. Los pies ya no me caben en ningún tipo de zapato. Voy con las zapatillas de la ducha y así me paseo por todo el pueblo, con la ayuda de JS, porque yo sola no puedo. Se impone el sentido común y decidimos que hay que ir a urgencias.
Escribo y escucho a Mercedes Sosa, la hospitalera de Frómista es melómana como yo... dios santo...
"Gracias a la vida, que me ha dado tanto..." las lágrimas vuelven a hacer su aparición (creo que he nacido con un grifo en la nuca). No puedo controlarme, los sentimientos me desbordan, sentimientos de fatiga y dolor, combinados con sentimientos que no puedo reproducir aquí. Me odio a mi misma por no poderme frenar, allí, delante de todos... dejo lo que estoy haciendo y me voy al lavabo, para tratar de solucionar el líquido problema. Creo (sólo creo) que nadie se ha dado cuenta. Ahora ya sí que estoy deseando marcharme a casa,volver a la normalidad.No puedo más, no podría continuar. Los pies ya no me caben en ningún tipo de zapato. Voy con las zapatillas de la ducha y así me paseo por todo el pueblo, con la ayuda de JS, porque yo sola no puedo. Se impone el sentido común y decidimos que hay que ir a urgencias.
18 d’octubre de 2000
Castrojeriz-Frómista.
Aquest dia caminem vint-i-cinc quilòmetres. Al matí em desperto amb un murmuri llunyà que arriba a les meves orelles i passo d’estar profundament adormida a un semi despertar que es va accentuant amb el progressiu augment de volum del murmuri. Què és, això tan agradable? Què està passant? On sóc? Paro l’orella mentre intento desentumir, per sota del sac de dormir i de la manta, els músculs de les cames i dels peus. El suau murmuri va agafant forma. És un cant. Un cant profund. És un cant que ens ajudarà a treure’ns la son del tot, però amb la sensació que alguna cosa meravellosa ens està esperant. És una altra manera de despertar-se, absolutament diferent del despertador al què estem acostumats en la nostra vida quotidiana i que, en aquest context, és sensacional. És cant gregorià. Alguna llengua viperina ens havia comentat ahir que Restituto, l’hospitaler, ex “yuppie” amb el mateix tant per cent de mala llet que de bon cor, despertava la gent cantant ell mateix. La qual cosa em va fer pensar en els minarets des dels què els sacerdots marroquins desperten la gent perquè resin de cara a La Meca a les cinc del matí. Però no. Restituto posa un CD i el maneja amb tanta delicadesa a partir del paràmetre “volum” que et fa sentir que ets al cel, penjat d’un núvol i us asseguro que no ve de gust sortir-ne. Ens obsequia amb cafè amb llet i galetes. En Joan Salvador i jo ens cruspim un paquet sencer. Ens acomiadem d’ell. A mi em fa tres petons “a la francesa”. La impressió sobre aquest home que vaig tenir el dia anterior, d’entrada no va ser massa bona i això que li vaig caure en gràcia i em va tractar com a una reina. Sota el meu punt de vista, però, amb una senyora noruega que arribava en bicicleta, el seu comportament no va ser prou correcte, però no el criticaré perquè penso que si li va parlar com ho va fer, les seves raons deuria tenir. Amb nosaltres va ser d’allò més agradable. Els meus peus estaven malament però millor que quan vaig arribar el dia anterior, que semblaven botifarres. L’artista em va fer posar-m’hi un ungüent i em va dir que allò me’ls milloraria, però no va ser així. Com que ara estan una mica millor, encara que ni tan sols em sento les cames – com un Rambo qualsevol- penso que el que m’espera per caminar no agreujarà gaire les coses. Agafem les motxilles i al carrer! No he parlat del poble. Castrojeriz és un poble preciós, preciós!
Que immensos són els camps de Castella! (he de rellegir Machado) En Joan Salvador té cura de mi com si fos la seva estrella. En realitat arribo a creure’m que ho sóc. Si. Efectivament, ho sóc. Aquí em salto un paràgraf una mica massa íntim, encara que en aquest recordar el camí estic obrint la meva ànima al cent per cent. Senzillament, durant la caminada d’aquest dia, amb un mal de peus ja absolutament declarat que fa que, davant del canal de Castella – quina preciositat visual - hagi de canviar les botes per les sabatilles d’esport, corroboro, deia, la sort que tinc de viure amb aquest home.
- No crec que tingui forces per continuar- li comento a en Joan Salvador. No sé què tinc, però si és una al·lèrgia, a fe de Déu que no són els mitjons ni les botes ni les sabatilles d’esport. Podrien ser les gramínies de Castella?
- Podrien ser – per això no haurem de discutir -
Però no ho eren. No eren les gramínies de Castella!
A Frómista em poso a escriure. Ell fa el mateix i l’artista també. Els francesos, que ja ens han tornat a atrapar, l’Óscar, un altre grup de francesos però amb força mal caràcter, la Judith, l’Agustí, hi són “tots”. Bé, tots no, perquè aquells que vam perdre a Burgos no hi són i dels quatre brasilers d’ahir només en queden dos. Escric i escolto Mercedes Sosa. L’hospitalera de Frómista és melòmana com jo. “Gracias al a vida, que me ha dado tanto”... les llàgrimes tornen a fer la seva aparició. No em puc controlar, els sentiments em desborden. Sentiments de fatiga i de dolor, combinats amb sentiments que no puc reproduir perquè no en sé. M’odio a mi mateixa per no poder-me frenar, allà, davant de tothom. Deixo el que estic fent i me’n vaig al lavabo, per tractar de solucionar aquell plor que no controlo. Em fa l’efecte que ningú se n’ha adonat, per sort. En aquests moments ja estic desitjant anar-me’n cap a casa, tornar a la normalitat. No puc més, no podria continuar. Els peus ja no em caben en cap mena de sabates. Vaig amb les sabatilles de la dutxa i així em passejo per tot el poble, amb l’ajuda de Joan Salvador perquè jo sola no puc. S’imposa el sentit comú i decidim que s’ha d’anar a urgències.
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