L'altre blog de l'Arare

martes, enero 09, 2007

BELORADO-S.JUAN DE ORTEGA

Belorado-S.Juan de Ortega (15-10-00)
Hemos caminado 24 km. El paisaje, precioso, hemos ido notando los sucesivos cambios desde que empezamos en Roncesvalles y hemos vuelto a llegar a la conclusión de que vivimos en un país con una riqueza paisajística enorme.

Un placer para los sentidos: la vista, que se llena de colores y formas, el oído, que percibe los diferentes rumores de bosques y llanuras, así como los cantos de los pájaros y el zumbido lejano de los coches (cuando se pasa al lado de la carretera no resulta tan bucólico, la verdad).

Llegando a S. Juan de Ortega se me agrandó el corazón, puesto que el paisaje era realmente bucólico. Pero, ay! ahí si que me estaba equivocando! El albergue resultó ser una casa fría y desangelada, unas enormes naves con literas, un frío de la ost... de narices, sin agua caliente, ni tibia, sino verdaderamente congelada!!! la hospitalera parecía un sargento de caballería (es la hermana del cura), en fin... pasé del entusiasmo al desencanto...
Más tarde pude darme cuenta de que la hospitalera no era tan... ñññññ... incluso nos invitó (no sé si fue idea de ella o de su hermano) a sopa de ajo, después de otra misa ¡sin bendicióooon!.

Me explico: llegando al albergue, lo primero que hicimos fue huir de él e irnos al otro refugio: el bar! (sólo hay tres casas, eh?, una de ellas es la iglesia, la otra el albergue y la otra el bar)... Ahí había un fuego, se estaba calentito y podías disfrutar de la agradabilísima conversación de todos y sobre todo de un nuevo personaje que entró en escena: Óscar.

Oscar merece que le dedique por lo menos tres líneas en este resumen. Es un hombre que puede que tenga la edad de mi padre. Es guapísimo (o eso me parece a mi) ojos de un azul profundo, pero cálidos, pelo largo, blanco, a veces recogido en una coleta, pequeñito, poquita cosa, delgaducho, pero con una personalidad, buffffff... fue maestro de escuela y sigue siendo organista de iglesia (sin ser religioso: curioso, verdad?) y tiene una filosofía de la vida que me encanta!
Para que os hagais una idea: se parece a Georges Moustaqui (creo), aunque no recuerdo de qué color tiene los ojos Moustaqui, el cantante griego que ya está muy vejete.

El bar lo regenta la señora Marcela, una señora oronda, mucho más joven de lo que parece, su marido (un personaje divertido que se limita a pulular por el bar) y sus dos hijos. Ahí nos metimos todos, porque el albergue sólo lo pisamos para dormir.

Tarde de domingo perfecta: lluvia en el exterior, refugio para las mochilas, bar lleno de peregrinos que, en pequeños grupitos, hablábamos, leíamos, escribíamos, mirábamos el fuego, tomábamos un café con leche o un colacao de vez en cuando... hmmmmmm, parecía una tarde de invierno de esas de película... uff, como me gustaría poder describir exactamente lo que sentía!

Lo dejo aquí porque de S. Juan de Ortega hay más cosas y me gustaría contároslas más detalladamente, vale?

. Juan de Ortega-Filosofada
Mis pensamientos, sin orden ni concierto, en el bar, fuera del bar y (uffff, esto es una olla de grillos, si llegais a entender algo)
En el bar comparto mesa con un francés, un no identificado (que resultó ser alemán y que luego le perdimos la pista) y Oscar. El marido de la Sra. Marcela tiene ganas de hablar y yo simulo que estoy ensimismada en la escritura porque no tengo ganas.

Sólo son las 16,35. Estaría bien ir a dar una vuelta, incluso ir a correr como contraposición del caminar (se mueven otros músculos al andar que al correr) pero llueve. No tengo ganas de caminar ni de correr bajo la lluvia.

JSalvador se ha quedado dormido en el refugio, no sé como ha podido, con el frío que hace. Supongo que mañana desayunaremos aquí y continuaremos camino hasta Burgos. Hoy no me he duchado,el agua está helada.Las toallitas esas impregnadas de no sé qué cosa parecen mágicas y cumplen su función.Finalmente, puede que de tanto pensarlo, he "conseguido" que me venga la regla (qué cruz!) con las consiguientes incomodidades que ello comporta. Ya nos lo dicen los ginecólogos ,que se nutren de nuestra supuesta imperfección: todo, todito, lo tienes en el coco (juas!)...

Echo de menos a Gerard, mucho, mucho.
Si reanudamos el camino en Semana Santa nos volveremos a llevar a Gerard (si él quiere, claro!)
Y echo de menos a Ferran, a quien no veré hasta diciembre... me siento como la sensiblera madre del anuncio ese de navidad que siempre me hace saltárseme la lágrimas (vuelveeeeeee...a casa vueeelveeeeeee...) , otro tema de estudio (por qué juegan con nuestra pobre gilipollez?, aunque si bien me acuerdo del anuncio, no recuerdo exactamente qué anuncia, así que si es por mí, lo tienen claro para vender!)

Ahora debería leer el libro de Sociología que me he llevado a pasear, pero no tengo ganas. Qué palo! Cuando vuelva sólo tendré 4 días para entregar un trabajo sobre él (quien me ha mandado a mi estudiar? pregunta formulada y reformulada casi a diario. Estoy harta, harta, harta, total, para lo que me sirve...)

Se me acerca Oscar. Habla muy bien. Me gustaría seguirle la conversación, sólo que mi francés no es todo lo bueno que debería para una conversación de altura, como la que tiene este hombre. No importa. Voy a dejar de escribir para que vea que me interesa lo que dice (está hablando con el alemán, pero en francés, Santo cielo, qué torre de Babel)

Habla de la diversidad. Y habla de ello como si supiera muy bien qué es lo que quiere decir. Dice que la diversidad es rica. Dice también, hablando de qué narices buscamos con este ejercicio masoquista de andar todos los días como condenados de pueblo en pueblo, más o menos esto: "Santiago no le dará a nadie un libro de recetas. Santiago reposa en su tumba. Es el hombre mismo quien debe encontrar su propio camino y el camino empieza cuando se acaba la ruta"... me ha gustado (supongo que he entendido más o menos lo que ha querido decir).

Marcela nos dice que hay una perrita que está pariendo en un cobertizo, al lado del bar. Me levanto y voy a verla. Me sigue Christianne, la mujer francesa y Eva, una guapa mujer de unos 35 años que vendió todo lo que tenía en Dinamarca para hacer el camino de Santiago y empezar una nueva vida sola y en no sabe qué lugar (si es que la he entendido bien, pues nos entendemos en francés-inglés)...

El cobertizo está lleno de paja sucia y lleno de pulgas. La perrita tapa con su cuerpo a los 4 o 5 cachorros que acaban de nacer y nos enseña los dientes.Esa misma perrita, al día siguiente nos sigue durante unos cuantos km... y yo me pregunto por qué los humanos somos tan frágiles y los animales tan fuertes... de todas formas... en otras culturas, las mujeres son mucho más fuertes que nosotras (pero ahora me iría por los cerros de Úbeda).

Después de toda esta reflexión, los que dormían la siesta en el refugio fueron bajando poco a poco al bar y ocurrió lo que ayer conté.

Como no había otra distracción, fuimos a misa (casi) todos. Quedé alucinada de ver que casi todo el mundo se levantaba para ir a comulgar. Incluso me sentí mal por no hacerlo yo también. Esa comunión habría tomado un nuevo significado, simbólico, lo que expresa realmente la palabra co-munión.... otra vez estoy metida en los cerros de Úbeda...

Estoy apartada de la Iglesia, no porque me haya apartado yo, sino porque es la propia Iglesia la que no me deja pertenecer a ella. Parece ser que vivo en pecado (juas), no sé por qué entré a oir la misa, total... una ceremonia más!
15 d’octubre de 2000
De Belorado a San Juan de Ortega.
Vint – i- quatre quilòmetres. El paisatge, preciós. Hem anat notant els canvis des que vam començar a Roncesvalles i tornem a arribar a la conclusió que vivim en un país amb una riquesa paisatgística enorme. Un plaer per als sentits. La vista s’omple de formes i colors, l’oïda percep les diferents remors dels boscos i les planes, el cant dels ocells i –per desgràcia- el soroll dels cotxes quan passes pel costat de la carretera. Llavors, la veritat, ja no resulta tan bucòlic.
Arribant a San Juan de Ortega se m’ eixampla el cor, ja que el paisatge és realment paradisíac. Però, ai! M’estava equivocant de mig a mig:
L’alberg resulta ser una casa freda i desangelada, unes enormes naus amb lliteres, un fred! sense aigua calenta ni tèbia, sinó absolutament congelada! L’hospitalera és una mica massa seriosa, sense arribar a ser antipàtica, però tracta els pelegrins a baqueta. Passo de l’alegria al desencant en un moment. Més endavant em puc adonar que l’hospitalera no era tan seriosa com me l’he imaginat. Ella i el capellà de l’església, el seu germà, ens conviden a menjar sopa d’all, després d’una altra missa... sense benedicció!.
M’explico: arribant al alberg, el primer que fem és fugir-ne i anar-nos-en a un altre refugi: el bar!
Allà només hi ha tres cases. Una d’elles és l’església, l’altra és l’alberg i l’altra és el bar. Allà hi ha un foc, s’hi està calentet i pots gaudir de l’agradable conversa de tots plegats, sobre tot d’un nou personatge que entra en escena: l’Óscar.
L’Óscar mereix una dedicació especial en aquest resum. És un home que potser té l’edat del meu pare. És guapíssim, o això em sembla a mi. Uns ulls d’un blau profund, però càlids, els cabells llargs, blancs, de vegades recollits en una cua, petitet, poqueta cosa, esprimatxat, però amb una gran personalitat que traspua per tots els seus porus. Havia estat mestre d’escola i – en el moment en què transcorren els fets que estic explicant - continua sent organista d’església, sense ser religiós practicant. Curiós, com a mínim. Té una filosofia de la vida que m’enamora! Perquè us en pugueu fer una idea, l’Óscar s’assembla a Georges Moustaqui, encara que no recordo que Moustaqui tingui els ulls blaus. Però és igual. Me’l recorda.
El bar el regenta la senyora Marcel·la, una dona grassoneta, molt més jove del que sembla a primera vista, el seu marit, personatge divertit que es passeja pel bar, i els seus dos fills. Allà dins ens hi fiquem tots, perquè l’alberg només el trepitgem per dormir. Una tarda de diumenge amb pluja a fora, les motxilles confinades al refugi, el bar ple de pelegrins que, en petits grups, parlem, llegim, escrivim, mirem el foc, prenem un cafè amb llet o un colacao calent de tant en tant, com dir-ho? sembla una tarda d’hivern de les que surten a les peñ·licules romàntiques.
No us podeu fer una idea de com m’agradaria saber descriure exactament el que sentia!
Transcripció dels meus pensaments, sense ordre ni concert, al bar i fora del bar de San Juan de Ortega

(aquest fragment no està ni corregit ni retocat ni actualitzat)

Al bar comparteixo taula amb un francès, un no identificat – que resulta ser alemany i a qui una mica més endavant perdríem la pista- i l’Óscar. El marit de la senyora Marcel·la té ganes de parlar i jo faig veure que estic abstreta en l’escriptura perquè no en tinc ganes. Passa de mi i parla amb els altres. Jo escric paraules a l’atzar mentre paro l’orella perquè la conversa és francament interessant. Només són les 16,35. Estaria bé sortir a fer un tomb. Fins i tot sortir a córrer com a contrapunt del caminar. Quan caminem movem uns altres músculs que quan correm. Però plou i no tinc ganes de mullar-me. En Joan Salvador s’ha quedat adormit al refugi, no sé com ha pogut, amb el fred que fa. S’ha ficat a dins del sac i s’ha tirat tota la roba al damunt, des de la meva tovallola al seu propi anorac. Demà esmorzarem aquí i continuarem fins a Burgos. Avui no m’he dutxat, l’aigua és gelada. Les tovalloletes aquestes impregnades de no-sé-què semblen màgiques i acompleixen molt bé la seva funció. Finalment, després de tant pensar-hi he aconseguit que em vingués la menstruació altra vegada, quina creu! Amb les conseqüències que comporta: incomoditat i més parades al camí, amb el que això representa per al ritme a l’hora de caminar. Però això és el que hi ha. Hauré d’acabar donant-li la raó al meu ginecòleg quan em diu “muchas de las incomodidades las tienes en el coco” - pobre de mi! Ell, que es nodreix precisament amb la nostra suposada imperfecció!
Trobo molt a faltar en Gerard. Molt. Si iniciem de nou el camí per Setmana Santa ens el tornarem a emportar, si ell ho vol, és clar! I també trobo a faltar en Ferran, a qui no veuré fins pel desembre. Em sento com la carrinclona mare de l’anunci de Nadal de tota la vida, aquell que fa que em saltin les llàgrimes (vuelve a casa, vuelve, por Navidad), un altre tema d’estudi.
Per què, els anunciants, juguen amb la nostra sensibilitat? De tota manera, en aquest moment no sóc capaç de recordar què anuncia, sinó l’anunci en ell mateix, per tant, jo no seria la millor compradora del seu producte. Tenir el meu fill gran fent pràctiques en un vaixell de càrrega al mig del mar no és el que em fa més il·lusió, precisament, però si és el que ell desitja... un fill capità de la Marina Mercant, mai no m’ho hauria esperat. Jo, que de petita deia que “si hagués nascut home seria capità de vaixell”, però era molt petita, quan jo deia això i llavors les dones encara no podien cursar la carrera. Ara hauria de llegir una estona el llibre sobre el qual he de fer el treball de sociologia, però no en tinc ganes. Quin pal! Quan torni a casa només tindré quatre dies per lliurar un treball que encara no he començat. Qui em manava estudiar altra vegada, a mi? Pregunta que em formulo i em re formulo gairebé cada dia. N’estic farta. Ara se m’acosta l’Óscar. Parla molt bé. Voldria seguir-li la conversa, només que el meu francès no és el suficientment bo que hauria de ser per una conversa de la categoria que té aquest home, però no importa. Deixo d’escriure perquè vegi que m’interessa. Està parlant amb l’alemany però en francès, Déu meu, quina torre de Babel!)
Parla de la diversitat i en parla com si sabés molt bé el que vol dir.
Ha dit que la diversitat és rica. Ha dit, també, parlant del què busquem, tots plegats, amb aquest exercici masoquista de caminar cada dia com si fóssim condemnats de poble en poble, més o menys això:
Santiago no li donarà a ningú un llibre de receptes. Santiago reposa a la seva tomba. És l’home mateix qui ha de trobar el seu propi camí i el camí comença quan s’acaba la ruta.
M’ha agradat. Suposo que més o menys he entès el que ha volgut dir, malgrat l’idioma. La senyora Marcel·la ens diu que a la casa que hi ha adjacent al bar hi ha una gosseta que està parint. M’aixeco i vaig a veure-la. Em segueixen la Christianne, la dona del capità retirat de l’Armada francesa i l’Eva, una bonica dona d’uns trenta-cinc anys que es va vendre tot el que tenia a Dinamarca per fer el camí i començar, després, una nova vida ella sola, no sap, encara en quin indret. Tot això si és que l’he entès bé, perquè ens entenem mig en francès i mig en anglès. El paller està ple de palla bruta i de puces. La gosseta tapa amb el seu cos els quatre o cinc cadells que acaben de néixer i ens ensenya les dents. Aquesta mateixa gosseta, al dia següent ens seguirà durant uns quants quilòmetres i jo em pregunto com és que els humans som tan fràgils i els animals són tan forts. De tota manera, en altres cultures, les dones són molt més fortes que nosaltres. Però ara me n’aniria de tema.
Després de tota aquesta reflexió, tots els que dormien la migdiada al refugi van a baixant a poc a poc i llavors passa tot el que ja he explicat.
Com que no hi ha cap més distracció, gairebé tots assistim a la missa. Creients i no creients. Quedo impressionada quan veig que quasi tothom s’aixeca per anar a combregar. Fins i tot em sento malament per no anar-hi jo també. Aquesta comunió hauria pres un nou significat, simbòlic, per mi, el que expressa realment la paraula comunió. Però altra vegada me’n vaig de tema.
Penso que estic apartada de l’església, però no sóc jo qui se n’ha apartat, és la pròpia església que no m’hi deixa pertànyer. Segons ella, visc en pecat. No sé per què he entrat a oir missa. A poc a poc em sento petita, petita, i tot allò que em van inculcar quan era una nena aflora, de cop, a la superfície. Trenco amb qualsevol pensament negatiu i em concentro en el present.

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