L'altre blog de l'Arare

miércoles, diciembre 20, 2006

PORTOMARÍN-PALAS DE REY

18-04-03
Portomarín - Palas de Rey (24,3 km)

Nos levantamos sobre las 7, desayunamos y a las 8,30 ya estamos caminando. Nos llueve todo el camino y compruebo que tampoco está tan mal eso de caminar bajo la lluvia. A mi, caminar bajo la lluvia siempre me había gustado, pero en plan lúdico. Es decir: chapotear por los charcos con aquellas botas de goma que llevábamos "antes", llamadas katiuskas, en honor a "katiuska", la rusa de la zarzuela (o no) sentir cómo las gotas de agua se deslizan por el pelo y se introducen por el escote del jersey,entran frías y van adquiriendo calorcillo a medida que resbalan por la piel, sentir como se va empapando el pelo poco a poco, hasta pegarse totalmente a la cabeza, abrir la boca e intentar beberme la lluvia... todo esto era/es encantador, pero para un ratito y sabiendo que la ducha se encuetra a pocos pasos.

Eso de andar casi 25 km con la mochila al hombro y las botas llenas de barro me parecía - como digo en alguno de mis diarios de abordo del camino que algunos de vosotros ha leído- un acto un poco gratuito. Pero la vida es así y el camino se parece mucho a la vida: algunos días llueve y tienes que arrastrarte por el barro con tu mochila a cuestas. Y así fue. Pero fue muy agradable.

A momentos mi mente se evade totalmente de mis tres compañeros de viaje y el entorno hace que me sienta absolutamente en otro mundo. En estos momentos llego, incluso, a mezclar en mi mente todos esos personajes que me he ido creando en mi mundo virtual,tan real, por otra parte, y recuerdo a Arare y a Billow, intentando situar la aldea Infamia en medio de esos bosques que voy pisando. Swingg es, quizá, la más parecida a Montse, siendo todas ellas, la misma. Y me entretengo en elucubraciones y fantaseo y mi mente vaga de un extremo a otro y mis pensamientos recorren de nuevo mis vivencias pasadas e intentan, incluso, adivinar mis vivencias futuras. Constato que caminar bajo la lluvia con tres compañeros entrañables puede llegar a ser una especie de terapia.

Hay una especie de acuerdo entre los cuatro, un acuerdo no verbalizado en ningún momento, una especie de solidaridad implícita en el mismo acto de caminar. Hablamos de todo y de nada, comparamos nuestras vidas e incluso las de nuestros hijos, en una comparación absolutamente benévola, ¡es increíble lo diferentes y lo iguales que somos los humanos dentro de nuestra diversidad!

Llegamos al albergue y tras una ducha - esta vez el agua está caliente- nos disponemos a descansar un ratito. Este refugio está muy bien. Hay gran cantidad de plazas, no recuerdo el número exacto, pero aun así, el número de caminantes es superior al de literas, por lo que algunos, sobre todo aquellos que hacen el camino en bicicleta, acabarán, esa noche, durmiendo en colchones en el suelo. Algunas anécdotas nos hacen aumentar el buen humor que ya por nosotros mismos destilamos, como por ejemplo observar a un caminante bastante viejito, que va solo, increpando a dos jovencitas extranjeras que pretenden dormir juntas en la litera de encima del buen hombre. Vale que son jóvenes, monas y delgaditas, pero claro... una litera es para una sola persona y el hombre no está dispuesto a recibir el impacto de dos cuerpos - por muy buenos que estén esos cuerpos- en plena noche y en plena cara. La maniobra es graciosa, porque las dos niñas acabarán durmiendo juntas en la litera que le cambian a un guapo irlandés vegetariano que se come los pimientos como si fueran manzanas. Aparte de esto, una de las niñas sacó de su mochila, cual lámpara de Aladino, toda una colección de modelitos varios y variados que una piensa... ¿cómo demonios se las arregla para llevar "tanta ropa" ahí dentro? y se los anduvo probando a ver cual le quedaba mejor, en un improvisado pase de modelos encima de una esterilla de las de hacer abdominales en el gimnasio... para acabar, tal como había empezado, con los mismos jeans llenos de barro por la parte de los tobillos. ¡Pero tuvo su gracia!

A todo eso, mis tres compañeros de fatigas intentaban dormir... no recuerdo que lo consiguieran demasiado. Salimos, más tarde, a pasear por el pueblo, a cenar... y otra vez en plan gallinas, a las 11 en casa! (¿de qué me suena a mi esta frase si no veo la tele nunca?)
18 d’abril de 2003

Ens llevem sobre les set, esmorzem i a dos quarts de nou ja estem caminant. Ens plou durant tot el camí. A mi, caminar sota la pluja sempre m’havia agradat, però en pla lúdic. És a dir: xipollejar per les basses amb aquelles botes de goma que portàvem abans, que es deien “katiuska”, en honor a la protagonista de la sarsuela del mateix nom, sentir com les gotes d’aigua llisquen pels cabells i s’introdueixen per l’escot del jersei, entren fredes i van adquirint escalfor a mesura que s’esmunyen per la pell, sentir com es van xopant els cabells a poc a poc, fins enganxar-se totalment al cap, obrir la boca i intentar beure’m la pluja... tot això era encisador i segurament encara n’és, però per una estona i sabent que la dutxa es troba a poques passes. Això de caminar gairebé vint-i-cinc quilòmetres amb la motxilla a l’esquena i les botes plenes de fang em semblava un acte una mica gratuït. Però la vida és així i el camí s’assembla molt a la vida: hi ha dies que plou i t’has d’arrossegar pel fang amb tot el pes al damunt. I així és, també, aquell dia. Però és molt agradable. A moments la meva ment s’evadeix totalment dels meus tres companys de viatge i l’entorn fa que em senti absolutament en un altre món. Em lliuro a les meves fantasies i divago d’un extrem a un altre i els meus pensaments tornen a recobrar les vivències passades i intenten, fins i tot, endevinar les meves vivències futures. Constato que caminar sota la pluja amb tres companys entranyables pot arribar a ser una espècie de teràpia. Hi ha una mena d’acord entre tots quatre, un acord no verbalitzat en cap moment, una espècie de solidaritat implícita en l’acte mateix de caminar. Parlem de tot i de res, comparem les nostres vides i fins i tot de les vides dels nostres fills, en una comparació absolutament benèvola, és increïble com som de diferents i d’iguals, els humans, en la nostra diversitat!

Arribem a l’alberg i després d’una dutxa – aquest cop l’aigua és calenta- ens disposem a descansar una estona. Aquest refugi està molt bé. Hi ha una gran quantitat de places, no recordo el nombre exacte, però tot i això, el nombre de caminants és superior al de lliteres, per la qual cosa alguns, sobre tot aquells que fan el camí en bicicleta, acabaran, aquella nit, dormint en matalassos per terra. En Joan Salvador, l’Álvaro i la Beni intenten dormir, però no recordo que ho aconsegueixin. Més tard sortim a donar una volta pel poble, a sopar i a dormir.

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